México ha registrado una cifra histórica de Inversión Extranjera Directa (IED), superando los $41 mil millones de dólares en 2025. Este logro, confirmado por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se debe a la consolidación del fenómeno del nearshoring y al atractivo del país como plataforma de producción para el mercado de América del Norte.
La mayor parte de esta inversión se ha canalizado hacia el sector manufacturero y de exportación de alta tecnología, como la industria automotriz y la electrónica. La IED es un motor económico clave, ya que genera empleos formales de alta calidad, impulsa la productividad y promueve la transferencia de tecnología, siendo esencial para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Críticamente, el récord de IED se produce en un contexto de inversión pública estancada y altos déficits fiscales, lo que subraya la dependencia de México del capital privado extranjero para impulsar su crecimiento económico. Los analistas advierten que la IED, si bien es positiva, no está bien distribuida: se concentra en el norte y centro del país, profundizando la desigualdad regional y la brecha de desarrollo con el sur.
Además, el país enfrenta el reto de mantener el atractivo del nearshoring ante la escasez de infraestructura clave (como energía limpia y agua) y la incertidumbre política en Estados Unidos. El éxito a largo plazo de esta IED dependerá de la capacidad del gobierno mexicano para garantizar un suministro energético confiable y un marco regulatorio estable.







