La NASA ha tomado la decisión de reducir el valor total de su contrato con Boeing para el desarrollo de la cápsula de tripulación Starliner (CST-100). Esta medida se produce tras los continuos retrasos en la fecha de lanzamiento de la misión tripulada y los miles de millones de dólares en sobrecostos que Boeing ha tenido que asumir por su cuenta desde 2019, incluyendo provisiones por $1.500 millones de dólares.
La reducción del valor contractual es una sanción implícita y una señal crítica de la frustración de la NASA por la ineficiencia en el desarrollo de Starliner. Boeing recibió inicialmente $4.200 millones para el proyecto bajo el programa Commercial Crew. Sin embargo, los fallos de software, las válvulas defectuosas y las complicaciones técnicas han minado la credibilidad del programa y su calendario de entregas.
Desde una perspectiva financiera, la decisión de la NASA incrementa la presión sobre la rentabilidad de la unidad de defensa y espacio de Boeing, que ya se encuentra bajo escrutinio por los problemas en otros programas. La compañía debe ahora acelerar la finalización de Starliner y garantizar su fiabilidad para evitar futuras penalizaciones y, lo más importante, para competir eficazmente con SpaceX, que ha superado consistentemente a Boeing en costos y calendario de desarrollo (con su nave Crew Dragon ya operativa).
El costo total de la ineficiencia de Boeing en este programa es un recordatorio de que los contratos gubernamentales de alto valor conllevan un riesgo de ejecución significativo que puede afectar el balance final. La compañía necesita urgentemente un vuelo de prueba tripulado exitoso para restablecer la confianza en el mercado y estabilizar el valor de su acción.



