La Confianza Económica de la Eurozona (ESI) experimentó un notable repunte en noviembre de 2025, alcanzando su nivel más alto desde finales de 2023. El indicador, que mide el sentimiento de empresas y consumidores, subió a 100.9 puntos, lo que refleja un optimismo renovado en la capacidad de la región para sortear los efectos de la alta inflación y la política monetaria restrictiva del Banco Central Europeo (BCE).
Este impulso fue liderado por España, que se posicionó a la cabeza de las grandes economías del bloque en términos de confianza, seguida por Alemania y Francia. El motor principal del optimismo fue el sector servicios, que mostró una mejora en las expectativas de demanda y empleo, sugiriendo una resiliencia del consumo privado.
Desde una perspectiva crítica, el repunte de la confianza se produce en un contexto de desaceleración económica confirmada y una inflación subyacente (la que excluye precios volátiles) que persiste por encima del objetivo del 2% del BCE. Los analistas advierten que la mejora del sentimiento puede ser frágil y no necesariamente traducirse en un crecimiento robusto del Producto Interno Bruto (PIB).
El BCE ha mantenido los tipos de interés en sus niveles más altos en dos décadas para controlar la inflación, una política que está frenando la inversión y el crédito. La confianza refleja la expectativa de que el ciclo de subidas de tasas ha terminado, pero el verdadero desafío de la Eurozona es transformar este sentimiento positivo en una inversión de capital sostenible y un crecimiento de la productividad que evite el estancamiento prolongado y la dependencia de las big techs.



