En 2023, las remesas hacia los países de ingreso bajo y mediano registraron una cifra récord de 656 mil millones de dólares, según datos oficiales. Este aumento representa un crecimiento anual del 0.7% en comparación con el año anterior, una desaceleración significativa si se compara con el 8.3% de 2022 y el 10.8% de 2021.
A pesar del crecimiento marginal, las remesas superaron tanto a la inversión extranjera directa (IED) como a la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) en la región. Este flujo financiero sigue siendo crucial para las economías de ingreso bajo y mediano, proporcionando un apoyo vital en comparación con otras fuentes de ingresos internacionales.
La región de Latinoamérica y el Caribe fue la que más incrementó sus remesas, con un crecimiento del 7.7%. Este fenómeno se debe a la solidez de los mercados laborales en Estados Unidos, que sigue siendo el principal origen de las remesas y el destino más frecuente para los migrantes en todo el mundo.
El Banco Mundial (BM) señaló que «la desaceleración de los flujos de remesas en 2023 refleja un retorno a un crecimiento más normal luego del aumento posterior a la pandemia en 2021 y 2022». Esta tendencia indica una estabilización en los flujos de remesas tras el auge observado en los años previos.