Por Mauricio Rábago Palafox
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La ópera La Cenerentola de Gioachino Rossini, con libreto en italiano de Jacopo Ferretti, es una joya del repertorio lírico que, a más de dos siglos de su estreno en 1817, sigue capturando los corazones de los oyentes. En esta ocasión, la obra fue presentada en el Lunario del Auditorio Nacional en una versión abreviada, especialmente adaptada para el público infantil.
El título completo, La Cenerentola, ossia la bontà in trionfo (La Cenicienta o la bondad triunfante), refleja la esencia de la historia: el triunfo de la bondad sobre la maldad, todo ello envuelto en la maravillosa música de Rossini. Basada en el popular cuento de Charles Perrault, autor de otros cuentos infantiles como Pulgarcito, Barba Azul, La bella durmiente, Caperucita Roja y El gato con botas, La Cenerentola se distingue por su enfoque en el poder transformador de la virtud.
Rossini, quien ya había logrado un éxito rotundo con El Barbero de Sevilla a la edad de 24 años, compuso La Cenerentola en tan solo tres semanas, demostrando una vez más su prodigioso talento para la composición operística. La ópera es conocida por su chispeante música y por un argumento que combina humor, romance y un final feliz.
En el elenco destacó la mezzosoprano regia, Alejandra Gómez como Cenicienta, quien aportó una interpretación fresca, con ágiles fiotituras, musicalidad expresiva y conmovedora, llena de verdad escénica, pero sin perder el género de la comedia. Su edad y habilidad la hicieron una elección ideal para el rol.
Edgar Villalva, en el papel del Príncipe Ramiro, brilló con su voz y presencia escénica. Ya lo hemos visto en otras obras rossinianas como Stabat Mater, L’italiana in Algeri, Le comte Ory y Viaje a Reims. Su talento lo coloca como uno de los mejores intérpretes rossinianos en México hoy día.
Mariana Ruvalcaba y Diana Mata, como Clorinda y Tisbe, las crueles hermanastras, añadieron el toque cómico necesario con sus actuaciones vibrantes y sumagnífico canto.
Abel Pérez, en el rol de Don Magnífico, el padre de las hermanastras, encarnó a la perfección al ambicioso y bufonesco villano. El joven bajo tiene sin duda un futuro prometedor como intérprete rossiniano.
Carlos Suárez, barítono en el rol de Dandini, el astuto sirviente del príncipe que juega un papel clave en la historia, se destacó por su interpretación bien cantada, simpática y convincente.
La actriz Mariana Estrada, como la niña concertino, cuya función consistía en explicar los vericuetos argumentales, añadió una dimensión extra de magia y continuidad a la obra, que se cantó en italiano, el idioma original. El subtitulaje estuvo a cargo de Francisco Méndez Padilla.
Al piano, el experimentado maestro Andrés Sarré magnificó la experiencia estética con su habilidad musical. Dirección de escena: Rodrigo Caravantes. Dirección vocal: Cassandra Zoé Velasco. Fotografías: Daniel Ortíz Mayo.
Enhorabuena por esta versión de La Cenerentola en el Lunario, que cautivó a chicos y grandes y también reafirmó la vigencia de una ópera que, a través de su brillante música y narración, sigue siendo un deleite para todas las edades.
Un evento muy gozoso.