La reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos subraya su habilidad para conectar con la clase trabajadora mediante temas prioritarios como la economía y la inmigración. A pesar de las acusaciones judiciales en su contra, que incluyen la primera condena penal a un expresidente estadounidense, Trump logró capitalizar las inquietudes de la población sobre el aumento de costos y el control fronterizo, construyendo un sólido respaldo popular.
Joshua Sandman, politólogo de la Universidad de New Haven, explica que Trump “juega con los miedos y ansiedades” de los sectores laborales estadounidenses, especialmente en tiempos de inestabilidad económica. Según el académico, el enfoque directo del expresidente ha resonado con votantes de clase trabajadora, muchos de ellos de bajos ingresos y sin estudios universitarios, que valoran la postura firme de Trump en temas económicos y migratorios.
Otro factor importante en esta elección fue la economía, que aunque presenta baja inflación, mantiene altos precios. Para muchos estadounidenses, los costos de vida actuales generan incertidumbre, haciendo que recordaran los tiempos de estabilidad que asocian con la administración Trump. Además, la cuestión migratoria fue otro punto clave. El incremento en la llegada de migrantes al país fue percibido como una carga para algunas comunidades, lo que fortaleció el argumento de Trump de un control fronterizo más rígido y su mensaje de “América Primero”.
Con un Partido Republicano ahora orientado hacia la clase trabajadora y una estrategia de campaña que supo captar el descontento en temas económicos y sociales, Trump ha logrado consolidar uno de los liderazgos más resistentes y leales en la política estadounidense reciente.
