Apple logró evitar una de sus mayores crisis desde la pandemia, luego de que el expresidente Donald Trump eliminara los aranceles que habrían afectado gravemente a sus productos fabricados en China. Esta medida excluye del gravamen del 125 % a dispositivos como iPhones, iPads, Macs, Apple Watches y AirTags, lo que representa un alivio significativo para la empresa y el sector tecnológico.
La amenaza de estos aranceles puso en riesgo la cadena de suministro de Apple, que aún depende en gran parte de China. Aunque se mantenía un plan alternativo para aumentar la producción en India y evitar costos más altos, el cambio repentino de política alivió las tensiones internas en la empresa. Analistas como Amit Daryanani señalaron que los aranceles habrían incrementado el costo de materiales, generando presión inflacionaria.
A pesar del respiro, la incertidumbre no desaparece. Las autoridades estadounidenses han dejado claro que se aplicarán impuestos sectoriales más específicos, especialmente sobre productos con semiconductores. Además, China podría responder con represalias, lo que representaría un nuevo desafío para Apple, que obtiene un 17 % de sus ingresos del mercado chino y opera numerosas tiendas en ese país.
La relación de Apple con China es compleja: más del 80 % de sus iPhones y una gran parte de otros dispositivos se ensamblan allí. Si bien la firma ha diversificado parte de su producción hacia Vietnam, Malasia e India, sigue siendo poco viable trasladar toda la fabricación fuera de China sin enfrentar grandes complicaciones logísticas, técnicas y financieras. Por ahora, la eliminación de los aranceles ofrece una tregua, pero el futuro comercial sigue siendo incierto.