Cada año, en el marco del jueves de Corpus Christi, México celebra el Día de las Mulas, una tradición que amalgama profundas raíces religiosas, culturales e históricas. Es una fecha en la que se vuelve común observar a niños y niñas ataviados como «inditos», una costumbre que genera curiosidad y encierra un rico significado. Esta celebración, también conocida popularmente como el Día de los Manueles o de las Mulitas, es un vivo ejemplo del sincretismo entre las tradiciones indígenas y el catolicismo, dando origen a una festividad única en el país.
La celebración del Día de las Mulas se nutre de dos vertientes principales. Por un lado, una leyenda católica lo vincula con un milagro de San Antonio de Padua: se cuenta que una mula se arrodilló ante la Eucaristía, reconociendo la presencia de Cristo y propiciando la conversión de su dueño. Por otro lado, la explicación histórica y cultural se remonta a la época virreinal, cuando las mulas eran esenciales para transportar flores, frutas y otros elementos que adornaban los caminos por donde pasaba la procesión del Corpus Christi. En ese entonces, las comunidades indígenas de los alrededores de la Ciudad de México llevaban sus productos a lomo de mula al centro, no solo como parte del comercio, sino también como un símbolo de fe. De esta forma, el Día de las Mulas se convirtió en un reconocimiento al papel fundamental de los pueblos originarios en la construcción de esta tradición.
El Día de las Mulitas trasciende lo meramente pintoresco; representa una rica amalgama de fe, historia y cultura popular. Según la Arquidiócesis Primada de México, esta festividad subraya la importancia de la Eucaristía en la vida cristiana y la participación activa de los pueblos indígenas en el desarrollo del catolicismo en el país. Las «mulitas» hacen referencia tanto a los animales que cargaban las ofrendas como a los niños pequeños, quienes, con sus vestimentas típicas, evocan a aquellos indígenas que asistían a la celebración. Es una forma simbólica de mantener vivo el legado de quienes ofrecían lo mejor de sus cosechas y trabajo a Dios, y hoy, los niños vestidos con ropa tradicional encarnan esa entrega y la continuidad de una memoria colectiva que une generaciones.
En 2025, el Día de las Mulas se celebrará el jueves 19 de junio, sesenta días después del Domingo de Resurrección, según el calendario litúrgico católico. Esta fecha se ha consolidado como una de las expresiones culturales y religiosas más singulares de México, donde elementos indígenas y europeos se fusionan en el Corpus Christi. La costumbre de vestir a los niños de «inditos» se basa en tres razones principales: un homenaje a Juan Diego, el indígena a quien se le apareció la Virgen de Guadalupe y símbolo del pueblo indígena cristiano; una recreación de la historia, recordando cómo las comunidades indígenas asistían a la festividad con sus mejores ropas y ofrendas en mulas; y una bendición para los pequeños, donde las familias los encomiendan al cuidado divino. El Día de las Mulas es una vívida muestra del sincretismo mexicano, celebrando la historia, la identidad y la fe del pueblo.
