Estados Unidos y China han acordado extender su tregua arancelaria por 90 días adicionales tras una ronda de conversaciones clave celebrada en Suecia. Esta prórroga busca dar más tiempo a ambas potencias económicas para negociar un acuerdo comercial integral que ponga fin a la prolongada disputa. La decisión llega en un momento de incertidumbre, con previsiones de que un pacto definitivo sobre los aranceles podría no concretarse pronto, especialmente si Donald Trump regresa a la presidencia.
La extensión de la tregua, aunque ofrece un respiro temporal a los mercados y a las cadenas de suministro globales, también subraya la complejidad y la dificultad de llegar a un entendimiento duradero. Las negociaciones en Suecia, lideradas por altos funcionarios de ambos países, buscaron abordar temas espinosos como la protección de la propiedad intelectual, el acceso a mercados y los subsidios estatales. Sin embargo, la persistencia de desacuerdos fundamentales sugiere que se necesita más tiempo para tender puentes.
Este desarrollo mantiene en vilo a la economía mundial, que ha sufrido los efectos de la incertidumbre comercial. Las empresas de ambos lados han enfrentado costos adicionales y disrupciones, lo que ha afectado la inversión y la confianza. La posibilidad de que la tregua se extienda continuamente, sin un acuerdo final, o que los aranceles se reimpongan, sigue siendo un factor de riesgo significativo para el crecimiento global. La situación exige una resolución a largo plazo para restaurar la estabilidad comercial.