Estados Unidos prepara un movimiento inédito para reforzar su posición frente a China en la guerra tecnológica: adquirir hasta el 10% de Intel. La operación, valuada en unos 10,000 millones de dólares, convertiría al gobierno en uno de los principales accionistas del fabricante de semiconductores.
De acuerdo con Reuters y Bloomberg, la propuesta contempla transformar parte de las subvenciones de la Ley CHIPS y Ciencia de 2022 en acciones de la compañía. Intel ya ha recibido cerca de 10,900 millones de dólares, destinados a proyectos de fabricación nacional y a áreas sensibles para la seguridad nacional.
El plan, sin embargo, está en fase preliminar y no está claro si cuenta con consenso dentro de la administración Trump. La idea se filtró después de una reunión entre el presidente y Lip-Bu Tan, CEO de Intel, a quien Trump habría pedido renunciar por sus presuntos vínculos con empresas chinas.
La medida refleja tanto la urgencia de reforzar a Intel como la creciente dependencia del Estado para sostener a un actor clave en la cadena de valor de los chips. En los últimos años, la empresa ha perdido terreno frente a TSMC, Samsung y NVIDIA, especialmente en el auge de la inteligencia artificial. Analistas consideran que, más que una inversión estratégica, la jugada puede verse como un rescate gubernamental.
El trasfondo crítico es evidente: al convertirse en accionista, Washington tendría mayor capacidad para presionar al mercado tecnológico, utilizando regulaciones o aranceles como herramientas de influencia. El debate está abierto sobre si este movimiento fortalece la seguridad nacional o inaugura una nueva era de intervención estatal directa en empresas privadas estratégicas.