La actividad del sector manufacturero de Japón se ha debilitado aún más en agosto, registrando una caída por decimoquinto mes consecutivo. El Índice de Gerentes de Compras (PMI) de au Jibun Bank para la manufactura japonesa se situó en 47.6 puntos, una baja significativa respecto a los 48.9 de julio. Un valor por debajo de 50 en el PMI indica una contracción en la actividad, lo que pone de manifiesto la prolongada lucha que enfrenta el sector industrial del país.
La persistente contracción es una clara señal de alarma para la economía japonesa, que depende en gran medida de su potente industria exportadora. El principal factor detrás de este estancamiento es la débil demanda, tanto interna como externa. Los nuevos pedidos de los clientes, un indicador clave del crecimiento futuro, han continuado cayendo a un ritmo acelerado, obligando a las empresas a recortar su producción y a reducir sus inventarios.
Este panorama sombrío subraya la ineficacia de las políticas actuales para revitalizar el sector manufacturero. A pesar de los esfuerzos del gobierno y del banco central para estimular el crecimiento, la falta de una demanda robusta está paralizando a las empresas. La situación también es un reflejo de la desaceleración de la economía global, ya que los pedidos de exportación también están mostrando signos de debilidad.
El prolongado estancamiento en el sector fabril es un reto crítico para la estabilidad económica de Japón. Sin una recuperación de la manufactura, el país corre el riesgo de caer en una espiral de bajo crecimiento y deflación, un escenario que ha intentado evitar durante años.