El ecosistema financiero mexicano atraviesa una transformación marcada por el auge de las billeteras digitales, transferencias inmediatas y tarjetas. Sin embargo, el efectivo continúa siendo la base del consumo cotidiano. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, el 85 % de las compras menores a 500 pesos aún se realizan con billetes y monedas, lo que evidencia la persistente dependencia de este medio.
En perspectiva internacional, el Global Payments Report 2025 de Worldpay muestra que el efectivo ha perdido terreno: pasó de representar el 76 % del valor de transacciones en puntos de venta en 2014 a 35 % en 2024. Pese a la caída, México sigue destacando como uno de los países latinoamericanos con mayor uso de efectivo, superando a Brasil, Chile y Colombia. Se estima que esta proporción se reducirá solo a 31 % para 2030.
Entre las razones detrás de esta preferencia destacan la practicidad, la falta de acceso a servicios financieros y la percepción de mayor seguridad. Además, un 32 % de los mexicanos guarda dinero fuera de instituciones financieras, lo que refuerza la confianza cultural en el efectivo como reserva inmediata.
La convivencia entre ambos mundos se refleja en fenómenos como las billeteras digitales financiadas con efectivo (12 %) o los pagos de comercio electrónico liquidados en tiendas físicas. Si bien los pagos digitales seguirán creciendo, especialistas advierten que excluir el efectivo afectaría a sectores vulnerables, lo que obliga a mantener un ecosistema híbrido en los próximos años.