La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un instrumento estratégico para el crimen organizado en México. Un estudio del académico Juan Manuel Aguilar, de la UNAM, revela que los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) han incorporado sistemas de IA como parte de su “infraestructura operativa”, lo que transforma tanto su capacidad de extorsión como de control social y financiero.
Entre los métodos más frecuentes destacan las extorsiones mediante voces clonadas para simular secuestros virtuales, los fraudes emocionales conocidos como pig butchering y campañas de phishing automatizadas con modelos de lenguaje. Estas técnicas han permitido que los ingresos por ciberdelitos superen, en algunos casos, los obtenidos por el narcotráfico tradicional, al reducir costos y riesgos.
La innovación criminal no se limita a fraudes digitales. Mientras el CJNG mantiene una estructura vertical, el Cártel de Sinaloa opera de forma descentralizada, lo que facilita que células autónomas utilicen deepfakes, criptomonedas y redes clandestinas de intercambio con China para lavar dinero. De hecho, autoridades estadounidenses han decomisado millones en criptoactivos vinculados a estas operaciones.
Otro frente alarmante es el reclutamiento juvenil a través de videojuegos y redes sociales, donde la IA se usa para perfilar candidatos y atraerlos con promesas de riqueza o bajo coerción. Además, ambas organizaciones han desplegado drones explosivos y una red de miles de cámaras clandestinas, consolidando un poder tecnológico que rivaliza con el de los propios gobiernos.
El paso del fusil al algoritmo marca una mutación crítica: el control territorial ya no depende solo de la violencia física, sino del dominio de datos, capitales y narrativas digitales.