Para 2027, México visualiza un resurgimiento en su industria automotriz: no solo como motor de crecimiento manufacturero doméstico, sino como receptor preferente de inversión asiática bajo la estrategia del “nearshoring 2.0”. En este escenario, empresas asiáticas de autopartes y componentes encuentran atractivo reducir riesgos logísticos y arancelarios instalándose en suelo mexicano.
Actualmente, el sector automotriz concentra alrededor del 37 % de la inversión extranjera dirigida a la relocalización productiva en México. Si bien en 2024 la industria captó unos 2,700 millones de dólares, su desempeño en 2025 ha permanecido estable pese a cambios metodológicos en los registros oficiales.
No obstante, el optimismo conlleva riesgos. La desaceleración económica global y las presiones proteccionistas de Estados Unidos generan incertidumbre. Asimismo, el cierre anunciado de la planta CIVAC de Nissan en 2027 pone en evidencia la necesidad de adaptabilidad industrial frente a reordenamientos estratégicos.
Para que México materialice ese liderazgo proyectado, será esencial reforzar las reglas de origen del T-MEC durante su revisión en 2026, fortalecer proveedores locales, crear estímulos para innovación y asegurar mejores condiciones de infraestructura logística. Si estas dimensiones se descuidan, el país corre el riesgo de que la recuperación esperada quede diluida ante escenarios externos adversos.