El déficit de cuenta corriente de Egipto se redujo a 2,200 millones de dólares en el último trimestre, una mejora significativa con respecto a los trimestres anteriores. La cifra, que es un indicador clave de la salud financiera del país, es un reflejo de la resiliencia de la economía, a pesar de los desafíos globales. La mejora se atribuye principalmente a un fuerte desempeño del turismo, las remesas de los trabajadores en el extranjero y los ingresos del Canal de Suez.
Sin embargo, el panorama financiero de Egipto no está exento de un análisis crítico. El país sigue enfrentando una masiva deuda externa, lo que genera una gran presión sobre sus finanzas públicas. Aunque la mejora en el déficit de cuenta corriente es una buena noticia, el gobierno debe mantener el rumbo de las reformas económicas y asegurar que el país pueda generar un flujo constante de ingresos para gestionar su deuda. La situación actual es un recordatorio de que en la economía global, la estabilidad financiera es frágil.
El reto de Egipto es cómo mantener su crecimiento económico sin comprometer su estabilidad fiscal. La inversión en infraestructura y en el sector turístico es clave para el futuro del país. El gobierno debe encontrar un equilibrio entre la necesidad de estimular la economía y la de mantener la disciplina fiscal.