La planta Cooperation Manufacturing Plant Aguascalientes (COMPAS), establecida como una apuesta para producir vehículos de lujo en México, enfrenta incertidumbre tras informes que indican su cierre o reconfiguración como parte del plan global de Nissan. Según un comunicado de la empresa, esta instalación, de la que Nissan afirma no formar parte directamente, tiene autonomía administrativa. Aunque algunos medios citan que la producción de modelos como el Infiniti QX50 y el Mercedes‑Benz GLB concluiría entre 2025 y 2026, las compañías involucradas no han confirmado un cierre definitivo.
Este complejo, nacido de una inversión de alrededor de mil millones de dólares, simbolizó una colaboración entre el poder automotriz japonés y alemán en territorio mexicano. Pero la reciente caída en la demanda de vehículos premium, además de los retos en la cadena global de suministros, han pasado factura.
La situación plantea varias interrogantes: ¿qué ocurrirá con los miles de empleos directos e indirectos vinculados al complejo? ¿Hasta qué punto las alianzas industriales pueden resistir un entorno global cada vez más inestable? Y, finalmente, ¿qué señales envía al sector manufacturero mexicano esta redefinición estratégica? Más allá de un anuncio técnico-operativo, el futuro de COMPAS habla de los límites de la globalización productiva y de la necesidad de una estrategia industrial más resiliente.







