Aunque la participación de las mujeres en el mercado laboral ha crecido en México, persisten rezagos significativos en condiciones de ingreso y permanencia, según señaló Alma Ruby Villareal. A continuación se resumen las seis barreras estructurales que identificó:
- Baja participación formal: Mientras el 75 % de los hombres está empleado en el mercado laboral, sólo 46 % de las mujeres logra incorporarse, y muchas sin seguridad social ni derechos plenos.
- Segregación ocupacional e informalidad: Las mujeres se concentran en sectores de comercio, servicios y cuidados, y cerca del 55 % trabaja en la informalidad, sin prestaciones ni estabilidad.
- Brecha salarial: En promedio, las mujeres ganan 19 % menos que los hombres por el mismo trabajo; la disparidad es mayor en zonas rurales y entre trabajadoras indígenas.
- Violencia y discriminación laboral: Más de 1 de cada 3 mujeres ha sufrido hostigamiento o acoso en su centro de trabajo, mientras las deficiencias normativas dificultan sancionar estos actos.
- Brecha digital: Un 63 % de las mujeres no usa internet, lo cual limita su acceso a empleos mejor remunerados o en sectores emergentes de la economía digital.
- Sobrecarga de cuidados no remunerados: La falta de infraestructura pública como guarderías obliga a mujeres a elegir entre empleo o responsabilidades familiares, frenando su progreso laboral.
Desde un enfoque crítico, estas barreras dejan en claro que no basta con programas de igualdad o leyes declarativas: la autonomía económica de las mujeres exige cambios estructurales en el mercado, en las políticas de cuidado y en las prácticas laborales. Villareal advierte que “hay participación, pero no hay poder de negociación” y que mientras las mujeres no tengan voz real en los sindicatos —actualmente muy masculinizados—, no se logrará la equidad sustantiva.







