La economía de México registra una fase de bajo dinamismo: el FMI estima un crecimiento de apenas 1 % en 2025 y un leve repunte hacia 1.5 % en 2026. La previsión apunta a que será hasta 2027 cuando el país logre volver a un crecimiento de largo plazo por encima del 2 %.
El organismo internacional advierte que esta recuperación depende de que México cierre importantes brechas estructurales. Entre los retos menciona la necesidad de mejorar la infraestructura, elevar el clima empresarial, fortalecer la independencia judicial y combatir la corrupción y la delincuencia. A esto se suman tensiones externas: la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y el aumento de aranceles constituyen limitantes para la inversión y el consumo.
Además, el FMI subraya un riesgo fiscal creciente: bajo el plan actual, la deuda pública de México podría alcanzar alrededor del 61.5 % del PIB en 2030, lo que exige una estrategia de consolidación más ambiciosa y reformas tributarias profundas.
El diagnóstico es claro: sin cambios estructurales importantes, el país permanecerá en un crecimiento moderado por años. El gobierno mexicano deberá impulsar reformas que generen certidumbre, incentiven la inversión y fortalezcan la productividad si desea que el crecimiento supere la barrera del 2 % antes de 2027.







