El Gobierno de Alemania aprobó la mayor subida del salario mínimo legal desde su introducción hace una década, que se implementará de forma escalonada. La medida implica un aumento inicial a €13.90 por hora en 2026, y un nuevo ajuste a €14.60 a partir de enero de 2027. Este incremento, que supera el 14% en 18 meses, beneficiará directamente a unos seis millones de trabajadores, con una sobrerrepresentación de mujeres y empleados de la antigua Alemania Oriental.
La decisión, adoptada por decreto tras la recomendación de la Comisión del Salario Mínimo (integrada por sindicatos y patronal), es vista como un esfuerzo político para restaurar el poder adquisitivo de los ciudadanos en un contexto de inflación persistente. Los trabajadores que actualmente perciben el mínimo verán un aumento de cerca de 190 euros brutos al mes.
Críticamente, la medida no está exenta de riesgos económicos. Aunque el aumento del poder de compra del consumidor es necesario para sacar a la economía de su actual estancamiento, los analistas advierten que el incremento de los costos laborales podría alimentar las presiones inflacionarias de segunda ronda, llevando al Banco Central Europeo (BCE) a mantener su política monetaria estricta. Además, en un entorno donde Alemania ha visto un aumento en el desempleo en años recientes, los aumentos de costos podrían poner en riesgo el empleo en sectores de bajos salarios como el comercio minorista y la hostelería.
El acuerdo representa un delicado equilibrio entre las demandas sociales y la disciplina económica, con la promesa de que los costes (estimados en unos €2.200 millones para las empresas) serán asumibles sin desestabilizar la economía.







