El gobierno argentino anunció que, como parte de la reforma laboral en curso, permitirá que los trabajadores reciban su salario en dólares estadounidenses —o en una combinación de dólares y pesos— si así lo acuerdan con su empleador.
La medida forma parte de un paquete más amplio de modificaciones que incluyen la introducción del llamado “salario dinámico”, que flexibilizaría la negociación salarial entre empresas y sindicatos internos. Según el vocero presidencial, Manuel Adorni, “si alguien quiere cobrar, por ejemplo, el 100 % de su salario en dólares, va a poder hacerlo”.
El cambio favorecería principalmente a trabajadores de sectores exportadores o servicios globales —como software, consultoría o call-center— que habitualmente operan en moneda extranjera o tienen contratos internacionales. Sin embargo, su alcance para trabajadores del mercado interno o en el sector formal general aún no está del todo claro.
Desde un enfoque crítico:
- Esta medida responde a la histórica debilidad del peso argentino y la preferencia por divisas fuertes para preservar valor adquisitivo, pero su implementación plantea retos legales, fiscales y cambiarios: ¿cómo se liquidarán los salarios en dólares habiendo contratos, beneficios y normativas referidos a pesos?
- Podría generarse una mayor diferenciación entre trabajadores “mejor posicionados” (con acceso a divisas) y los que reciben salarios en pesos, lo que aumentaría brechas salariales y vulnerabilidad para segmentos mayoritarios.
- Finalmente, es clave vigilar que no derive en evasión laboral o cambio de contratos formales a regímenes menos protegidos bajo la idea de “flexibilidad”.
En conclusión, la opción de cobrar salarios en dólares en Argentina representa un cambio paradigmático para el mercado laboral y simboliza la intención del gobierno de libertar ciertas normas. Su éxito dependerá de que se defina claramente quiénes podrán adherirse, cómo se reglamentará y qué efectos tendrá sobre el empleo, la equidad y la formalidad.







