La celebración del Día de Muertos en la Ciudad de México (CDMX) se ha consolidado como un potente motor económico y un fenómeno turístico internacional. Las festividades de 2025, que honran la tradición ancestral, generarán una derrama económica estimada en $11.4 mil millones de pesos solo en la capital, lo que representa un aumento del 4.2% en ventas respecto al año anterior.
La magnitud de este evento, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se refleja en el impulso a múltiples sectores del comercio local y de servicios. La Cámara Nacional de Comercio (Canaco) de la CDMX señala que los giros más beneficiados son hoteles, agencias de viajes, restaurantes, florerías, panaderías y tiendas de disfraces, con el pan de muerto y los insumos para las ofrendas como bienes de alta demanda.
El turismo es un componente clave: se espera que la ocupación hotelera en la ciudad se sitúe entre el 69% y el 73%, con una alta afluencia de visitantes nacionales y extranjeros que llegan para participar en eventos como la Mega Procesión de Catrinas y el Gran Desfile.
Críticamente, el éxito económico del Día de Muertos subraya el valor intrínseco de las tradiciones culturales como fuente de prosperidad. Sin embargo, también plantea un dilema sobre la mercantilización. La celebración, al convertirse en un producto de alto consumo y marketing, debe asegurar la autenticidad y la sostenibilidad, garantizando que el beneficio económico se traduzca en el fortalecimiento de la cultura popular y de la economía de los barrios tradicionales.







