La salud de los océanos ya no es solo una preocupación ambiental, sino un riesgo sistémico para la economía global y la estabilidad financiera. Organizaciones ecologistas han emitido una alerta crítica, coincidiendo con las reuniones de ministros de Finanzas del G20 y la cumbre climática COP30 en Brasil: el deterioro acelerado de los océanos amenaza con costar hasta €7.7 billones de la economía mundial en los próximos diez años.
El argumento central es que el océano es un capital natural invaluable, cuya economía (la llamada Economía Azul, que incluye pesca, turismo, transporte marítimo y energía renovable) podría alcanzar un valor anual de $3 billones de dólares. Además, los océanos son esenciales para la estabilidad climática, al absorber cerca del 30% del CO₂ emitido y producir la mitad del oxígeno del planeta.
Críticamente, la degradación por contaminación, sobrepesca y calentamiento está socavando estos servicios ecosistémicos. El deterioro del coral, por ejemplo, podría causar pérdidas turísticas anuales de hasta $12 mil millones.
La demanda de los ecologistas es que los bancos centrales y reguladores financieros integren la «salud oceánica» en sus políticas, reconociendo que la degradación representa un riesgo para la estabilidad financiera a la par del cambio climático. El G20 tiene un «papel clave» para liderar la alineación del sistema financiero mundial con la resiliencia oceánica, impulsando inversiones sostenibles en la economía azul y garantizando la seguridad alimentaria que depende de este vasto ecosistema.







