El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha confirmado el dato preliminar: el Producto Interno Bruto (PIB) de México se contrajo un 0.2% en el tercer trimestre de 2025 respecto al trimestre anterior. Este resultado negativo, que cumple con los pronósticos más pesimistas, pone en evidencia la desaceleración económica y el riesgo latente de estancamiento que enfrenta el país.
El factor principal de la contracción fue el desplome de la actividad industrial, la cual cayó un 0.5% en el trimestre. Dentro de este sector, la construcción fue el segmento más golpeado, con una caída histórica, lo que sugiere que la inversión pública y privada en este rubro se ha frenado significativamente.
Críticamente, la contracción del PIB tiene una lectura dual. Por un lado, el sector servicios (que representa la mayor parte de la economía) mostró un crecimiento marginal, impulsado principalmente por el comercio. Por otro lado, la caída de la industria, el motor de la generación de empleo formal y del nearshoring, es una señal de alarma.
El escenario económico complica la agenda del Banco de México (Banxico). La desaceleración del crecimiento podría facilitar la contención de la inflación por demanda, pero la persistente rigidez en la inflación de servicios y la incertidumbre geopolítica siguen limitando el espacio para un recorte de tasas de interés. La economía mexicana necesita urgentemente señales de inversión productiva y crecimiento para evitar el estancamiento prolongado.







