El gobierno de Estados Unidos está considerando implementar un nuevo recargo de $100 dólares a los turistas extranjeros que visiten los parques nacionales y monumentos federales. Esta medida, aún en fase de propuesta, tiene como objetivo principal aumentar los ingresos federales en un momento de presión fiscal y déficit presupuestario. Se estima que el recargo podría generar cientos de millones de dólares que se destinarían al mantenimiento y la mejora de la infraestructura de los parques, que sufren un importante retraso en su conservación.
El anuncio, que se enmarca en la búsqueda de fuentes de financiación alternativas a los impuestos tradicionales, ha sido recibido con críticas por el sector turístico y los operadores de viajes internacionales.
Desde una perspectiva económica y crítica, el recargo genera una doble preocupación. Primero, podría reducir la competitividad de EE. UU. como destino turístico internacional, especialmente frente a países que ofrecen atractivos naturales similares sin un sobrecosto tan elevado. Esta reducción en la afluencia de visitantes se traduciría en una disminución de la derrama económica en las comunidades locales que dependen del gasto turístico.
Segundo, los operadores advierten que la implementación del recargo podría ser logísticamente compleja y aumentar la burocracia en las fronteras. La medida tiene un impacto directo en el gasto familiar de los turistas y podría desincentivar las visitas a los parques, que son un pilar clave del turismo cultural y de naturaleza en varios estados. El desafío es equilibrar la necesidad de ingresos federales con el mantenimiento del atractivo turístico.



