A diciembre de 2025 no existe evidencia pública de un brote humano generalizado atribuido al subtipo H2N3, pero la detección periódica de variantes del complejo H2 en aves y estudios científicos sobre virus H2 subrayan la necesidad de vigilancia continua. Los principales sistemas internacionales de monitoreo (OMS, CDC, redes regionales) mantienen un foco en los virus aviares de mayor impacto humano —especialmente H5 y la evolución reciente de H3N2— aunque recuerdan que cualquier subtipo aviar con capacidad de reassortamiento puede representar riesgo futuro.
La evidencia científica muestra que los virus H2 han circulado en aves y, en ocasiones, han sido identificados en mamíferos o en entornos avícolas; estudios publicados en las dos últimas décadas describen aislamientos de virus H2N3 en mercados de aves y en animales (por ejemplo, trabajos que documentan aislamientos en China y descripciones genómicas de virus H2 reassortantes). Estos hallazgos son relevantes porque la influenza A es un virus con alto potencial de reassortamiento: segmentos genéticos de diferentes subtipos pueden recombinarse cuando co-circulan en el mismo hospedador, lo que puede generar cepas con nuevas propiedades de transmisibilidad o tropismo.
Desde la perspectiva de salud pública la evaluación es práctica y preventiva: a) vigilancia entomológica y aviar sostenida en mercados y granjas, b) secuenciación para detectar cambios genéticos asociados a adaptación a mamíferos, c) evaluación de sensibilidad antivírica (oseltamivir, zanamivir) y d) protocolos de protección para trabajadores de la avicultura. Las organizaciones internacionales recomiendan mantener sistemas de vigilancia integrados (una sola salud) porque la prioridad actual —según reportes de 2025— sigue siendo la vigilancia de H5 (HPAI) y la nueva dinámica de H3N2 en humanos; sin embargo, el material científico disponible sobre H2 subraya que no debe descartarse ningún subtipo de la vigilancia activa.
Implicaciones clínicas y de riesgo: por ahora la evidencia indica bajo riesgo de transmisión humana sostenida por H2N3 frente a los eventos de H5 detectados en 2024–2025; no obstante, la circulación en aves y casos aislados en animales implican riesgo de exposición ocupacional. Para los sistemas sanitarios, la lección clara es reforzar la capacidad de detección molecular, compartir secuencias (bases públicas), y coordinar medidas de contingencia para evitar que un evento zoonótico quede sin respuesta temprana.
En síntesis: H2N3 no es hoy una emergencia humana, pero la existencia de virus H2 reassortantes en aves y la dinámica global de influenza hacen indispensable un monitoreo continuo y la preparación de respuesta rápida por parte de autoridades sanitarias y laboratorios. Las prioridades inmediatas son: vigilancia integrada aviar/humana, secuenciación rápida y protocolos ocupacionales para trabajadores avícolas.



