4 de diciembre de 2024 3:51 pm
OPINIÓN

El señor del meme

En 2009, un autor desconocido decidió crear un meme usando como base pictórica una pintura del siglo XVIII y transcribiendo letras de una canción de rap de manera más educada y menos altisonante. La melodía en cuestión era Get Money de Notorious B.I.G. de 1995, y en vez de usar el texto “F*ck bitches, get money«, lo reescribían de manera pomposa como «Disregard Females, Acquire Currency»…

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Cecilia González Michalak

Un meme, para todos aquellos que acaban de llegar al planeta Tierra o vienen despertándose de una criogénesis de más de 20 años, es la unidad más pequeña de información para la transmisión cultural. Es un término inglés que se pronuncia “mim”, por ser la abreviación de mímesis, una imitación ya sea de una persona, o de una cuestión cultural o estética. Los memes nacen de una situación pública –ya sea programas de televisión, mensajes políticos, vergüenzas de famosos, o escenas del cotidiano–, combinada con humor y creatividad, resumiéndola en una imagen y poco texto. Si el meme es bueno, se hará altamente viral, y será aplicado a otras situaciones similares, se sobre-explotará y terminará viviendo en el olvido de internet, hasta que alguien lo resucite, repitiendo este ciclo ad nauseam.

Meme de Gene Wilder como Willy Wonka en Charly y la fábrica de chocolates, 1971, burlándose de mi intensidad bloguística. (Fuente de la imagen: Diario Qué!)

En 2009, un autor desconocido decidió crear un meme usando como base pictórica una pintura del siglo XVIII y transcribiendo letras de una canción de rap de manera más educada y menos altisonante. La melodía en cuestión era Get Money de Notorious B.I.G. de 1995, y en vez de usar el texto “F*ck bitches, get money«, lo reescribían de manera pomposa como «Disregard Females, Acquire Currency» (“Ignoren a las mujeres, adquieran divisas”). El meme empezó a ser copiado y viralizado con otras canciones como Who let the dogs out? de Baha Men –transcrita como  «Gentlemen, I inquire, who hath released the hounds?” (“Caballeros, pregunto, ¿quién ha liberado los canes?”)–, y Don’t hate the playa de Ice-T –que en vez de utilizar “Don’t hate the player, hate the game” trascribía la letra como “Do not despise the racketeer, instead, despise his sport» (“No desprecies al timador, mejor desestima su deporte”)–. Su popularidad se basó tanto en la comicidad de lo rimbombante y dominguero del texto como por el reto de descubrir la canción referida.

Ejemplos de los memes usando canciones de Baha Men, Notorious B.I.G., Chamillionaire y Jay-Z. (Fuente de las imágenes: Widewalls)

Pero, ¿se han preguntado quién es el hombre que aparece en ese meme tan conocido? Resulta que es el Barón Joseph Ducreux (1735-1802), un hombre que se codeó con la reina María Antonieta, sobrevivió la Revolución Francesa y creó un salón literario informal para artistas y músicos. Nació en Nancy, Francia, heredando la vocación de artista de su padre. En 1760, fue a París para aprender la técnica del pastel y del retrato de Maurice Quentin de La Tour, y del óleo y la representación histórica de Jean-Baptiste Greuze. En 1769, fue enviado a Viena para realizar un retrato de María Antonieta antes de que se casase con Louis XVI; la futura reina quedó tan fascinada que lo nombró Barón y primer pintor de la reina aunque éste no era miembro de la Real Academia de Pintura y Escultura. Renegando de sus contactos influyentes para salvar su cuello, huyó a Londres al empezar la Revolución de 1789, y regresó en 1793 teniendo una carrera prolífica.

Retrato de María Antonieta, 1769. Esta obra fue enviada a Louis XVI para que pudiera conocer a su prometida. (Fuente de la imagen: Wikipedia)
Último retrato de Louis XVI antes de su muerte, 1792-1793. (Fuente de la imagen: Wikipedia)

Algo que resalta de Ducreux son sus autorretratos fisiognómicos. Entre 1780 y 1790, el artista se interesó en la fisiognomía, una pseudociencia que busca, a través de los rasgos faciales de una persona, estudiar su carácter y personalidad e incluso su futuro. Con esta idea, buscó retratarse en poses poco tradicionales, rompiendo los estándares del género que marcaban la rigidez de la postura y el hieratismo de las facciones como norma fundamental de los modelos, y capturando para la posteridad su capacidad de reírse de él mismo. Estas obras le ayudaron a cautivar mejor las expresiones de quienes le encargaban sus efigies, creando una ilusión en el lienzo de imágenes casi vivas, que quieren contarle al espectador la complicidad de un secreto.

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