4 de septiembre de 2025
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OPINIÓN

La unión política: el eterno inalcanzable de la UE

el 21 de abril del presente año el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, publican una hoja de ruta conjunta para la recuperación económica cuyos pilares eran cuatro...
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(Audio por: Fátima Verónica Rodríguez Martínez)

Por Amanda Vega Hidalgo

Ante las catastróficas consecuencias económicas previstas en el marco de la economía europea que, por otro lado, ya se venían sintiendo desde hace varios trimestres atrás (recordemos que el dato de crecimiento del tercer trimestre del PIB alemán en el año 2019 fue uno de los más esperados y que este salvó por los pelos la entrada en recesión técnica con un resultado del 0,1%) el 21 de abril del presente año el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, publican una hoja de ruta conjunta para la recuperación económica cuyos pilares eran cuatro: el refuerzo del mercado único, un esfuerzo inversor “a lo Plan Marshall”, una acción global en la que se menciona específicamente al continente africano y un sistema de gobernanza funcional basado en las leyes de la institución.

Sin entrar a valorar estos pilares, las negociaciones comienzan a tener lugar en las siguientes semanas y finalmente en julio, durante la primera cumbre presencial desde el estallido de la pandemia, los dirigentes de la Unión Europea llegan a un acuerdo sobre el paquete de recuperación y el presupuesto europeo a largo plazo para el periodo 2021-2027. El primero de ellos, ascendiendo a 750.000 millones de euros, es el más esperado por los países miembros pues es el que está destinado a paliar los daños de la crisis en el corto plazo. En concreto, el instrumento se hace llamar “Next Generation EU” y funcionará mediante empréstitos en los que incurrirá la Comisión en nombre de la Unión Europea en el mercado de capitales, transfiriéndolos a los países, principalmente, a través del programa “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia” (672.500 millones de euros)[1].

Sin embargo, el pasado 26 de noviembre, el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, anunciaron su veto a los presupuestos y al plan de recuperación al considerar inaceptable que estos estén vinculados al mecanismo del Estado de Derecho ya que se estaría vulnerando de esta forma la soberanía nacional. Esta condicionalidad podría, por ejemplo, hacer que la UE impusiera ciertas medidas en el pacto migratorio con Hungría o pusiera límites a una futura institucionalización de la ideología que hay detrás de los espacios libres de LGBT en Polonia.

No obstante, esta reacción no es nueva ni particular de estos países. De hecho, saca a relucir una vez más el debate sobre la soberanía nacional de los distintos países que conforman la UE y su capacidad de maniobra dentro de sus propias fronteras una vez que pasan a ser parte de la institución; algo que, por otro lado, forma parte del ADN de la misma desde sus orígenes. Así, a lo largo de su historia, durante la cual se ha ido profundizando en el grado de integración económica, los países miembros han ido perdiendo capacidad de hacer política económica a través del establecimiento de la libre circulación de capitales, el establecimiento de la moneda única en el caso de los adscritos a la unión monetaria o la imposición de reglas fiscales mediante las cuales se limita la deuda y el déficit, entre otros. Por supuesto, todo ello aludiendo al beneficio común y al objetivo de la convergencia.

Así, volviendo al bloqueo actual de los 750.000 millones de euros, podría cuestionarse por qué ante una situación problemática tan evidente con una solución aparentemente beneficiosa para todas las partes, ocurren este tipo conflictos. Por la misma razón por la cual el Banco Central Europeo no cancelará la deuda pública acumulada por la pandemia, la gestión de la crisis de deuda de 2008 se interpretó como una crisis bancaria dando prioridad absoluta al beneficio de los acreedores o Gran Bretaña abandonó la UE el 31 de enero de 2020. Un inevitable conflicto de intereses que pone de manifiesto los límites de una institución en la que claramente no hay ni podrá haber unión política. Y economía y política, son imposibles de separar.


[1] Para conocer más sobre el presupuesto europeo 2021-2027 y el instrumento de recuperación, da clic AQUÍ


Recuerda seguirla en Twitter: @AmandaVegaHida1

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