Arturo Damm Arnal
El crecimiento de la economía es importante porque el problema económico de fondo es la escasez, el hecho de que no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis.
Una de las condiciones que debe cumplirse para minimizar la escasez es que se produzca la mayor cantidad posible de bienes y servicios y esa, la producción de bienes y servicios, el Producto Interno Bruto “PIB”, es la variable con la que se mide el crecimiento de la economía.
¿De qué depende la producción de bienes y servicios, el crecimiento de la economía y por lo tanto una de las condiciones para minimizar la escasez? De las inversiones directas, que son las que se destinan a la producción de satisfactores, a la creación de empleos, puesto que para producir alguien tiene que trabajar y a la generación de ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga.
Una parte fundamental de las inversiones directas es la inversión fija bruta, que se realiza en instalaciones, maquinaria y equipo; y que proporciona la infraestructura física (instalaciones, maquinaria y equipo), para poder llevar a cabo la producción de bienes y servicios. El comportamiento de la inversión fija bruta es un buen indicador del comportamiento de la inversión directa.
¿Cómo vamos en México, en materia de inversión fija bruta? Revisemos los números.
De los 26 meses transcurridos del actual sexenio, entre diciembre de 2018 y enero de 2021 (todavía no tenemos información más actualizada para la inversión fija bruta), en 25, el 96.15 %, la inversión fija bruta, y por lo tanto la inversión directa, decreció, y solamente en uno (enero de 2019), el 3.85 %, creció. Sumamos ya 24 meses consecutivos, de febrero de 2019 a enero de 2021, con contracciones en la inversión fija bruta. Para darnos una idea de lo que esto significa, tengamos en cuenta que en enero pasado el nivel de dicha inversión fue semejante al de agosto de 2010; De tal magnitud ha sido el retroceso.
Entre diciembre de 2018, inicio del gobierno de AMLO, y febrero de 2020, antes del inicio de las jornadas de sana distancia (marzo 2020), y del cierre parcial de la economía (abril y mayo 2020), la inversión fija bruta decreció, en promedio mensual, 5.43 %, consecuencia de lo que llamo el Efecto 4T: la desconfianza generada por la 4T entre los empresarios, que se tradujo en la fuerte caída de la inversión fija bruta y, por lo tanto, en la directa, con las consecuencias negativas en la producción, el empleo y el ingreso y, por ello, en el bienestar de las familias.
Entre marzo de 2020 y enero de 2021 la inversión fija bruta decreció, en promedio mensual, 19.4%, resultado de la combinación del Efecto 4T con el Efecto Covid 19: los efectos recesivos, primero por el lado de demanda, y luego por el lado de la oferta, de la sana distancia (menor consumo), y los cierres de la economía (menor producción).
Entre diciembre de 2018 y enero de 2021 la inversión fija bruta, buen indicador del comportamiento de la inversión directa, de la cual dependen la producción de bienes y servicios, la creación de empleos y la generación de ingresos, decreció, en promedio mensual, a una tasa del 11.34 %, y no todo se le debe al Efecto Covid 19.
Buena parte de la culpa la tiene el Efecto 4T: la desconfianza empresarial producto de decisiones que van, desde la cancelación del NAICM en Texcoco, en octubre de 2018, hasta la contrarreforma energética, tanto por el lado de la electricidad, como del petróleo, con la cual AMLO pretende devolverles a la CFE y a Pemex el monopolio total en materia de electricidad y petróleo, muestra clara de su animadversión hacia la iniciativa privada.
