6 de septiembre de 2025
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OPINIÓN

El periodismo y el COVID-19

...en países de la región Asia-Pacífico, los regímenes autoritarios, como China, Hong Kong, Vietnam y Corea del Norte, han utilizado la pandemia de COVID-19 para perfeccionar sus métodos de control totalitario de la información...
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Cecilia González Michalak

El viernes 23 de abril, la organización no gubernamental Reporteros sin Fronteras publicó su índice de libertad de prensa. Del estudio de la situación de la prensa en 180 naciones, se concluye que el 73% de éstas atenta contra la libertad de expresión. Los países menos peligrosos para el periodismo son Noruega, Finlandia y Suecia, mientras que los más inseguros son Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea. México, lamentablemente, está en el lugar 143 debido, sobre todo, al narcotráfico y a la impunidad que atentan contra esta profesión.

Lo más interesante de esta numeralia, es el análisis hecho de cada territorio y los efectos que la pandemia del coronavirus tuvo en el periodismo. Por ejemplo, en países de la región Asia-Pacífico, los regímenes autoritarios, como China, Hong Kong, Vietnam y Corea del Norte, han utilizado la pandemia de COVID-19 para perfeccionar sus métodos de control totalitario de la información, mientras que las «democracias dictatoriales» la han utilizado como pretexto para imponer una legislación especialmente represiva con disposiciones que combinan propaganda y represión de la disidencia. Mientras tanto, el comportamiento de las democracias reales de la región, como Japón, Bután, Mongolia, Timor del Este, Corea del Sur y Taiwán, ha demostrado que la libertad periodística es el mejor antídoto contra la desinformación, evitando el  intento por parte de las autoridades de imponer su propia narrativa para prevenir la propagación de la pandemia de manera adecuada.

Medio Oriente, durante el 2020, usó la crisis sanitaria para ocultar la censura y atentados contra la libertad de prensa. Es sabido que muchos reporteros han sido acusados de violar la sharia por publicar en sus blogs –a falta de otros espacios informativos–, noticias sobre los estados islámicos. Sus condenas son la cárcel y la muerte. La mayoría de los gobiernos de Oriente Medio respondieron a la situación de salud pública, económica y política con un mayor autoritarismo en un intento por mantener el control, en vez de permitir que la prensa ayudase a circular información confiable.

En países africanos, el periodismo fue una víctima colateral del COVID. En lugar de permitir que los periodistas hicieran su trabajo, las autoridades buscaron controlar la cobertura de la pandemia y, a menudo, facilitaron o incluso contribuyeron directamente a la hostilidad y la desconfianza hacia quienes intentaban proporcionar información. Los países que tuvieron más ataques a periodistas y ciberperiodistas fueron la República Democrática del Congo, Sudáfrica y Ruanda.

En América, la situación es alarmante. El presidente de Brasil, Bolsonaro, y el presidente de Venezuela, Maduro, han promovido remedios sin respaldo médico, mientras censuran a la prensa de sus países. De manera similar se observaron prácticas obstructivas en Guatemala, donde el presidente Giammattei dijo que le gustaría “poner a los medios de comunicación en cuarentena”. La cobertura de la pandemia se hizo particularmente difícil por la actitud de negación adoptada por algunos líderes autoritarios, incluidos los presidentes de Nicaragua, Honduras y Guatemala. Los líderes de México y Estados Unidos también satanizaron a la prensa diciendo que lo publicado son falsedades y que sólo la comunicación oficial es de fiar.

Aunque Europa parece ser el continente más favorable para la prensa en época de coronavirus, la violencia hacia periodistas aumentó. En países como Alemania, Italia, Grecia y Francia hubo arrestos injustificados durante marchas, y en Hungría, entró en vigor una ley que penaliza a periodistas que buscan las noticias en hospitales tildándolos de creadores de “fake news”.

Ejemplos de este control irresponsable de la información han sido los casos de gente que bebieron desinfectantes y la violencia contra personas de Asia e islas del Pacífico por ser supuestos focos de infección. La libertad de prensa es un derecho humano que ningún gobierno debe suprimir. En casos delicados, como en los momentos de pandemia, lo peor que se puede hacer es monopolizar la información ya que se evita que la gente confronte fuentes, cree opiniones, genere un criterio y tome las riendas para salir adelante de las adversidades.

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