Cecilia González Michalak
Uno de los mitos más hermosos que existen en la historia de la cultura es el de Osiris, considerado el primer rey de Egipto. Su celoso hermano Seth lo asesinó para poder usurpar su reino; el crimen fue tan despiadado que incluso lo desmembró y cada pedazo lo repartió en diferentes partes del río Nilo. Isis, la leal esposa de Osiris, lloró tanto, que sus lágrimas saladas disiparon toda la vegetación creando el árido desierto; pero valerosamente buscó, con otros aliados como Tot, cada parte de su esposo para poder darle un entierro digno. Ensambló el cuerpo de Osiris y lo vendó con ayuda de Anubis, y al haber estado sumergido en el río sagrado, revivió después de la muerte para convertirse en el dios del inframundo.
De esta manera la cosmogonía egipcia empieza a formarse con la primera momia y la tradición de embalsamamiento, para que después de la muerte, las personas se encuentren con Osiris. Isis, la diosa de la maternidad, Tot, el dios de la sabiduría y de la escritura, y Anubis, el dios de los ritos funerarios, se convirtieron en deidades importantes a las que dirigirse en épocas de vicisitudes, y fueron adorados como ejemplos a seguir en los oficios más valiosos del Antiguo Egipcio.
La historia faraónica egipcia, las momias, los jeroglíficos, el exotismo de los animales representados en los magníficos obeliscos y en las increíbles tumbas piramidales tienen un claro porqué: las tradiciones de los dioses, transmitidas por Tot, debían ser seguidas al pie de la letra para poder tener una vida que mereciera la eternidad en la Duat, el inframundo egipcio. Condicionados por el Nilo, la civilización del Antiguo Egipto duró tres mil años, durante los cuales el pueblo veneró alrededor de 1,500 divinidades, entre ellas, al propio faraón.
Innumerables mitos explican la existencia humana. Por ejemplo existieron dioses duales, como Bastet, la diosa representada por los gatos que era considerada como la protectora de los humanos y del hogar, y la deidad de la felicidad y la armonía, tenía otra representación en Sejmet, la leona, la terrible, la destructora, la diosa de la guerra y la venganza. Esta dicotomía buscaba mostrar las virtudes y vicios humanos dentro de la misma persona. El sol tenía varias personificaciones dependiendo de su ubicación celestial, siendo Ra, el padre de todos los dioses, el más importante, que navegaba en su barca cada noche para poder traer un nuevo amanecer al día siguiente.
El libro de Mitos y Leyendas del Antiguo Egipto fue escrito para aproximar al lector a la mentalidad de los ciudadanos ricos y pobres, hombres y mujeres, campesinos y faraones de hace miles de años en la tierra africana. La autora, Joyce Tyldesley, una reconocida egiptóloga británica, transcribió textos e inscripciones de templos y tumbas, e historias contadas de generación en generación en el Egipto rural actual, para tener una visión viva de las creencias que han fascinado a generaciones de arqueólogos y han permitido al público general, soñar con la cosmogonía de grandes descubrimientos como la tumba de Tutankamón o el busto de Nefertiti.
Desde la creación del mundo, los inicios de la momificación hasta los pasos a seguir en la Duat para que la temible bestia Ammit –la quimera cocodrilo-león-hipopótamo– no se comiera el corazón del difunto por ser más pesado que la pluma de la verdad, y le prohibiera la posibilidad de la inmortalidad del alma, este libro explica todos los pormenores de las creencias de esta increíble civilización. Editado con sumo cuidado por una experta que ya ha escrito las biografías de Ramsés II el Grande y de las reinas Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra, el lector puede sumergirse en cada arista del panteón egipcio y navegar a través del Nilo y de los siglos. En esta travesía de mitos y leyendas fantásticas se podrán valorar mejor los grandes descubrimientos que se han encontrado a través de los años, desde la esfinge hasta la zona de Saqqarah, entendiendo algunos de los jeroglíficos clave que ayudaron a Champollion a entender los textos encartuchados de esta interesante cultura.
