El gobierno no debe tener empresas, menos monopólicas, mucho menos en los sectores estratégicos de la economía.
Las empresas del gobierno sintetizan los peor de tres mundos: (i) el mundo de la empresa gubernamental, en el cual el derecho de propiedad sobre los activos no está puntualmente definido (las empresas del gobierno tienen administradores, no dueños), lo cual puede generar incentivos perversos a favor de la mala gestión de las mismas; (ii) el mundo de la empresa gubernamental monopólica, al margen de la competencia y, por lo tanto, del único incentivo eficaz para lograr, en favor de los consumidores, la trilogía de la competitividad: menores precios, mayor calidad y mejor servicio; (iii) el mundo de la empresa gubernamental monopólica en los sectores estratégicos de la economía que, precisamente por serlo, por proveer de bienes y servicios al resto de las actividades económicas, desde la producción hasta el consumo, como es el caso de la industria de la energía, ya sea por el lado del petróleo, ya de la electricidad, deben estar sujetos a la disciplina de la competencia, única manera de lograr la trilogía de la competitividad: menores precios, mayor calidad y mejor servicio.
Si aceptamos que las empresas del gobierno sintetizan los peor de tres mundos, razón por la cual el gobierno no debe tener empresas, menos monopólicas, mucho menos en los sectores estratégicos de la economía, debemos rechazar la contrarreforma eléctrica propuesta por AMLO, que tiene la intención de devolverle a la Comisión Federal de Electricidad, la CFE, el monopolio de la A a la Z, todo ello a partir de la creencia de AMLO, expresada en más de una ocasión, de que los sectores estratégicos de la economía, precisamente por serlo, deben estar en las manos exclusivas del Estado, que para todo efecto práctico es el gobierno en turno y sus empresas.
Si aceptamos que el fin de la economía es el bienestar de los consumidores, que pueden serlo de factores de la producción (productores y oferentes de bienes y servicios), y de bienes y servicios para el consumo final (demandantes y compradores de bienes y servicios), debemos aceptar que lo mejor es la competencia, no el monopolio, mucho menos el gubernamental, que es, de los tres posibles tipos de monopolio (el monopolio privado por competitividad, que coincide con lo que se conoce como monopolio natural; el monopolio privado por concesión gubernamental; el monopolio gubernamental), el peor de todos. Desde el punto de vista de la justicia viola el derecho la libertad individual. Desde el punto de vista de la economía puede resultar ineficaz.
Desde el punto de vista de la justicia viola el derecho a la libertad individual para producir, ofrecer y vender porque prohíbe la participación de los particulares.
Desde el punto de vista de la economía puede resultar ineficaz, o por no lograr ofrecer a un precio menor que las empresas privadas, o por ofrecer a un precio menor que las empresas privadas pero subsidiado.
De aprobarse la contrarreforma eléctrica de AMLO estas serían algunas de sus consecuencias: (i) expropiaciones de facto; (ii) electricidad más cara y más contaminante; (iii) pérdida de bienestar; (iv) pérdida de competitividad del país; (v) menos inversiones directas; (vi) menor producción de bienes y servicios, menor creación de empleos, menor generación de ingresos; (vii) violación del Estado de Derecho; (viii) violación de tratados internacionales; (ix) litigios internacionales; (x) presiones adicionales sobre las finanzas gubernamentales.
La contrarreforma eléctrica de AMLO en dos palabras: una barbaridad.