Carla Roel de Hoffmann
Octubre es un mes en el que se busca despertar la conciencia sobre muchos temas: la historia del pueblo negro, historia de las comunidades LGBT, historia de la hispanidad, artes y humanidades, ciberseguridad, salud y bienestar mental, síndrome de Down, dislexia, el cáncer de mama, la muerte infantil, la violencia doméstica, entre otros.
De todos los que se conmemoran en octubre, voy a tratar someramente dos:
La muerte de un hijo es una de las experiencias más difíciles por las que pueda pasar un ser humano. Desde 1998, soy voluntaria para The MISS Fondation (https://www.missfoundation.org), asociación mundial sin fines de lucro que se dedica a acompañar a las familias tras la muerte de un hijo, de cualquier edad y por cualquier causa. Los números son avasalladores: desde un 25% en muertes gestacionales y dentro del primer año de vida, las muertes en la infancia por accidentes y enfermedades, los accidentes y las muertes por sobredosis en la adolescencia y en la juventud, hasta el gravísimo problema del suicidio en todos los grupos de edad. He tenido el privilegio de acompañar cientos de familias y he podido conocer a esos hijos al través de la mirada amorosa de sus padres.
El siguiente tema que quiero poner sobre la mesa es el de la violencia doméstica. Los datos en los Estados Unidos reflejan que 1 de cada 4 personas ha sufrido alguna de las conductas que constituyen este tipo de violencia. En todo el mundo, el encierro y la incertidumbre provocados por la pandemia ha aumentado el número de casos. Todavía no tenemos cifras exactas de los últimos dos años, habrá que esperar a analizar la realidad que han vivido millones de personas.
La violencia en el noviazgo se reconoce como parte del problema de la violencia doméstica, a pesar de que en muchas ocasiones, no se considera como tal.
Durante todos mis años de docencia, he podido apreciar que la violencia en el noviazgo ha ido en aumento, así como que la mayoría de las víctimas no son capaces de reconocer como violentas las conductas que sufren.
Hace unos años, mi querido amigo Mario Uribe y yo hicimos una encuesta para ver si las personas reconocían como violentas las conductas que lo son. Fue muy triste comprobar que muchos de los encuestados no sabían que eran víctimas de violencia en el noviazgo.
Si tu pareja quiere saber todo el tiempo dónde y con quien estás, te aleja de tus familiares y amigos, te prohíbe convivir con tus amigos y familiares, controla tu forma de vestir y de comportarte, conoce y usa las contraseñas de tus redes sociales para “controlarlas”, limita la ingesta de alimentos y bebidas a los “autorizados”, te obliga a realizar actos sexuales con los que no te sientes cómodo, controla tus gastos, controla tus horarios, te habla a horas que sabe que estás ocupado (en la escuela, en el trabajo, con la familia y amigos, comiendo o durmiendo) para “saber cómo estás”, restringe tus movimientos, te insulta, te hace sentir menos, se burla de ti, te golpea, amenaza con hacerse daño si terminas la relación, entonces eres víctima de violencia en tu relación de pareja.
Como le digo a mis alumnos: lo más bonito del noviazgo es que se acaba. Hay muchas personas en el mundo para las cuales sería un privilegio acompañarte en tu vida. Mereces una relación de pareja que traiga paz a tu vida, que te impulse a alcanzar tus metas y a cumplir tus sueños, que sume a tu vida amor, amistades y relaciones de familia bonitas y enriquecedoras. Busca a alguien que te ayude a apreciar la persona que eres y que te ayude a convertirte en la mejor versión de ti.
