Rodrigo Saval Pasquel
Para iniciar este año, quiero compartirle una reflexión a mis compañeras y compañeros de profesión: para hacer política de forma eficaz se necesita empatía y sensibilidad. Al ser una vocación sensible, es pertinente notar que según la medicina, los seres humanos contamos con siete sentidos. Sin embargo, estimo que para ser exitosos, quienes optamos por una vida de servicio público debemos de utilizar por lo menos ocho. Explico:
La vista te permite analizar el entorno, ser testigo de la realidad de los demás, y a pocas personas privilegiadas, la observación les da la oportunidad de ver a largo plazo. Ayuda también para leer las letras pequeñas, y a descubrir detalles que muchas otras personas no pudieron —o no quisieron— vigilar, pues tampoco es raro que en esta línea de trabajo, indebidamente, muchos se hagan de la vista gorda.
Se debe de contar con un buen olfato, pues el mal olor es señal de que algo no está bien, y aunque muchas veces lo podrido tarda en apestar, es importante considerar que si al gas no se le añadiera aroma, este podría pasar desapercibido. Tampoco hay que olvidar que aunque muchas flores tienen un perfume agradable, las más bonitas suelen nacer en donde más heces y estiércol hay.
Por eso se sugiere siempre reforzar los sentidos con el oído, ya que este ayuda a confirmar si lo que hueles o ves es real. Con los sonidos, se debe de poner la suficiente atención para ser capaz de escuchar lo que no se dice, y también es clave para descifrar lo que sienten y necesitan los demás. Si se fortalece notablemente, también puedes aprender a descubrir si el ruido es real o el silencio artificial.
Al ser una profesión en la que se trabaja con gente, se necesita mucho tacto, pues las personas tienen emociones, miedos e ilusiones, y a su vez, las palabras pueden vivirse como golpes o como abrazos. De igual forma, es importante desarrollarlo al grado que te sea posible sentir en piel ajena.
En cuanto al gusto, se debe de entender que al acceder a esta profesión, la vida privada se vuelve pública. Y los gustos por las cosas deben de ser auténticos y congruentes, ya que aparentar ser algo que no eres es sinónimo de vileza. Por ejemplo, parece ser de muy mal gusto decir que se acabaron los lujos y privilegios para la clase en el poder cuando quien lo dice vive en un Palacio, o decir que la riqueza es mala cuando lo anuncia alguien que ayuda a que se generen varias fortunas de manera ilegal.
Sobre los sentidos menos conocidos, a nivel personal, el vestibular me parece el más importante. Al ser un trabajo tan demandante, se vuelve muy complicado lograr un equilibrio y balance entre la vida profesional y la vida personal. A lo largo de tu trayectoria, jamás descuides a tu familia, ya que cuando se llega al poder los amigos se vuelven de mentiras y los enemigos de verdad.
A nivel profesional, un buen sentido de propiocepción distingue a los políticos exitosos de los fugaces, ya que una regla de oro es que los pies van siempre firmemente plantados sobre la tierra. Y si eres consciente de tu ubicación, evitarás mareos innecesarios mientras subes de escalón. También te ayudará a moverte de manera sabia y prudente, pues si no conoces tus límites, por más que prometas que lo puedes lograr, si no lo haces, hasta te puedes lastimar.
Y para terminar, además de los 7 sentidos ya mencionados, existe un octavo que a pesar de ser el más obvio y necesario, se ha vuelto el menos utilizado y el más sobrevalorado en nuestro país. Para aquellos que hoy gobiernan México, les deseo que en este año, o por lo menos de aquí al 2024, recuperen el uso del sentido común.
¡Feliz año Nuevo!
