22 de diciembre de 2024 4:07 pm
OPINIÓN

De su alma al país

...Creía que la educación es la clave para un buen futuro y, como única consecuencia lógica, se sentía enamorado con la idea misma de enseñar y obligado a hacerlo. Ese es el punto clave de este artículo: Muchos hablamos de construir un México mejor...

AUDIO COLUMNA
Jaime Tbeili Benpalti

Después de meses sin escribir no sabía con qué tema regresar. De hecho, empecé a escribir este artículo sin tener el tema claro, esperando que las ideas se acomodaran en mi cabeza mientras las palabras iban apareciendo en la pantalla.

Suelo utilizar este espacio para hablar de teoría política, de hechos actuales, de educación o de alguna queja social que tenga pendiente. Al final del día, trato de que mi columna hable de cosas que se tienen que hacer para construir un México mejor.

Pues decidí hablar de mi abuelo, y espero que al final quede claro qué tiene que ver mi abuelo con construir un México mejor.

Se llamaba Abraham Palti. Nació en Turquía el 2 de junio de 1938. Ahí se casó y tuvo a tres de sus cuatro hijos. Era todo un personaje. Fue soldado en el ejército turco y, durante muchos años, un estudiante profundamente destacado en las escuelas más prestigiosas de Israel, donde se convirtió en rabino.

Varios de sus profesores y compañeros hoy son reconocidos como algunos de los rabinos más grandes del mundo y cuentan que lo trataron de convencer de quedarse en Israel para que él también fuera reconocido como uno de los más grandes de su generación. Sin embargo, el rabino Palti tenía otros planes. El aún no lo sabía, pero lo necesitaban en otro lugar.

Eventualmente llegaría a México. En 1972 la comunidad judía-sefaradita de nuestro país lo buscó para que se convirtiera en su rabino principal. Tardó unos años en recibir su carta de naturalización, pero se convirtió en un auténtico mexicano desde el día que llegó.

Como buen mexicano, le gustaba la coca cola bien fría, la cerveza y disfrutaba mucho de echar un tequila de vez en cuando. Le gustaba la música, siempre buscaba razones para estar feliz y amaba muchísimo al que se convirtió en SU país.

Era amable con absolutamente todos. Siempre creyó en que la mejor manera de construir la paz en el mundo era la convivencia cercana con aquellos diferentes a nosotros. Irradiaba alegría, serenidad y confianza. Era un niño por dentro, muy seguido jugaba con mis primos y conmigo, por más salvajes que fueran nuestros juegos, y se divertía con chistes prácticos y detalles simples.

Tenía una mente brillante. Memorizaba libros enteros y podía responder una pregunta citando la fuente, palabra por palabra. Y mucho más importante que eso, tenía un gran corazón.

Una vez fue invitado por el Papa Juan Pablo al Vaticano. En ese viaje tuvo un solo día libre. Uno pensaría que aprovecharía para turistear en Roma. En lugar de hacer eso, mi abuelo fue a dar una visita a la cárcel. Resulta que el hijo de su peluquero estaba metido en un problema legal en Italia y mi abuelo fue a ver que estuviera bien para poder tranquilizar a su peluquero.

Ya sé que nada de esto suena objetivo viniendo de mí, pero realmente creo que cualquiera que lo haya conocido podría corroborar lo que digo. Historias como la del hijo del peluquero eran comunes con él y capturan lo que realmente era. Se dedico en cuerpo y alma a mejorar las vidas de quienes se le acercaban.

Creo que más que ninguna otra cosa, el rabino Abraham Palti era un educador, un maestro. Dio clases durante prácticamente toda su vida. Creía que la educación es la clave para un buen futuro y, como única consecuencia lógica, se sentía enamorado con la idea misma de enseñar y obligado a hacerlo. Ese es el punto clave de este artículo: Muchos hablamos de construir un México mejor y hay quienes esperan oportunidades para traerlo a la realidad. Él nunca esperó, vivía construyendo.

Hasta el último día de su vida, mi abuelo creía que tenemos la responsabilidad de usar las herramientas que hemos recibido en favor de nuestro mundo, y en que la mejor manera de usarlas es con tolerancia, cooperación y unión. Mi abuelo Abraham Palti falleció el 20 de noviembre de 2021 y siempre trató de cumplir su parte, hasta el último día de su vida.

A veces es difícil saber cuál es el papel que nos toca jugar, pero dando vueltas por internet tuve la suerte de encontrar un video de mi abuelo hablando de cómo tendríamos que ser los servidores públicos en México:

“Un país solo se puede regir por gente que cree en el país, que aman al país y que dan de su alma por él y los dirigentes tienen que transmitirlo”.

Desde mi trinchera, como servidor público, dar de mi alma al país es mi forma de mantener vivo su legado.

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