19 de septiembre de 2024 4:35 pm
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OPINIÓN

El Bien contra el Mal: El diablo y el buen Dios

Ubicada temporalmente durante tiempos de la Reforma protestante, Goetz es el mejor general de Alemania, pero a pesar de sus talentos, no puede trascender socialmente ya que es el hijo bastardo de un hombre noble...

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Cecilia González Michalak

Jean-Paul Sartre (1905-1980) es bien conocido por sus ideas existencialistas donde el ser humano está condenado a la libertad ya que tiene que ser responsable ante sus acciones. Además de plasmar su filosofía en ensayos y novelas, también decidió plasmarla en una obra de teatro llamada El diablo y el buen Dios publicada en 1950.

Ubicada temporalmente durante tiempos de la Reforma protestante, Goetz es el mejor general de Alemania, pero a pesar de sus talentos, no puede trascender socialmente ya que es el hijo bastardo de un hombre noble. Resentido por su posición social decide ser él su propia brújula moral, haciendo batallas sangrientas sin sobrevivientes, cambiando de bando según sus intereses, y traicionando hasta a su propia sangre. Como siempre lo han rechazado y juzgado, la forma en que no puede decepcionar a nadie, ni a él mismo, es convirtiéndose en la personificación del Mal.

Antes de una de las batallas, Nasty, el líder de los campesinos, y Heinrich, un sacerdote de ética tibia, van a verle para convencerlo de que tome partido en favor de cada uno de sus bandos. El primero, quiere que favorezca al pueblo pobre y famélico; el segundo, que perdone la vida del clero y los hombres del Arzobispo. Éste último le ofrece las llaves de la ciudad para evitar un mal mayor, y lo reta a hacer el bien, dado que es imposible ser una buena persona por cómo fue creado el mundo. Goetz accede pensando que si era malo por voluntad, podría seguir el camino del bien sin problemas.

Con esta decisión, Goetz regala sus tierras a los campesinos construyendo un estado llamado «La Ciudad del Sol» donde todo acto de maldad era vetado. Incluso, él, fabrica sus propios estigmas en manos y costado para hacerse pasar por mesías para reforzar esta utopía llena de bondad. Pero, a la hora que los señores se cansan de esta farsa y deciden atacar esta nueva ciudad, ningún ciudadano lucha en armas para no pecar de violencia. Se pierden 25 mil vidas y Goetz, ante su fracaso de hacer el bien entra en plena catarsis: Dios ha muerto, no hay cielo ni infierno, tan sólo tierra y hombres.

El Bien y el Mal van de la mano acosando siempre a la conciencia humana. Este texto rechaza la trascendencia divina, para recalcar que el hombre es su antítesis, siendo un proyecto que va moldeándose según su toma de decisiones. Sin importar las clases sociales, la religión y la política, la vida es una tragedia donde la razón siempre tendrá que luchar contra el caos absurdo del universo: todas las actividades humanas son equivalentes y están condenadas al fracaso.

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