8 de junio de 2025 10:16 am
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OPINIÓN

“No es penoso. Es político”

Como muchos recordamos, durante el sexenio de Peña Nieto, el político de oposición que tenía como una de sus principales banderas políticas la de denunciar los crímenes de Ayotzinapa, fue López Obrador, quien incluso en campaña prometió en múltiples ocasiones que…

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Rodrigo Saval Pasquel

Por si no estuvieron al tanto, el viernes 19 de agosto se dio un huracán de situaciones políticas. Por la tarde, se anunciaba la detención de Jesús Murillo Karam, ex Procurador General de la República durante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Tan solo unas horas después, la ex Jefa de Gobierno y ex Secretaria de Desarrollo Social en el gobierno de Peña Nieto, fue liberada de prisión. En un país en el que sucede poco sin la bendición del Presidente, ¿qué podemos descifrar de estas acciones?

Como muchos recordamos, durante el sexenio de Peña Nieto, el político de oposición que tenía como una de sus principales banderas políticas la de denunciar los crímenes de Ayotzinapa, fue López Obrador, quien incluso en campaña prometió en múltiples ocasiones que él encontraría a los 43 estudiantes. Sin embargo, las declaraciones de Alejandro Encinas del 18 de agosto, nos dicen que aunque López entendió que no sería lograble, le intentarán dar carpetazo como si ya se hubieran solucionado, pero ¿de qué forma?

La respuesta del grueso no amaestrado de la población ante estas declaraciones fue la esperada. Enojo, indignación, reproches, e insultos, y, reclamos por una burda simulación de justicia. Como consecuencia de la negatividad que esto podría causar en la aprobación presidencial, los asesores de Palacio Nacional de alguna u otra forma llegaron a la hipótesis de que con arrestos se podría lograr una conclusión “correcta” al caso.

Por lo tanto, al día siguiente se libró una orden de aprehensión contra Murillo Karam, acusándolo de haber sido el arquitecto, ejecutor y facilitador de la fabricación de la “verdad histórica”. También vale la pena mencionar que hay quienes señalan que García Harfuch, miembro del gabinete de Claudia Sheinbaum, estuvo implicado en la misma.  

Horas más tarde, se filtró que la libertad de Rosario Robles era una posibilidad, rumor que se confirmó por la noche tras su salida del penal. Y aunque no me consta la inocencia de Rosario Robles, no es un secreto que su “traición” al actual Presidente es una de las venganzas cuya ejecución era inminente a la llegada de Morena a la presidencia, ya que este caso en específico, era personal para el anfitrión de las mañaneras.

No obstante, dicen por ahí que “en la política no existen las coincidencias”, por lo que no suena descabellado pensar que el turno presidiario de “entrada por salida” es resultado de alguna negociación en la que el nuevo Tlatoani exige un sacrificio de mínimo una cabeza del gabinete federal anterior en la cárcel en todo momento para mantener libre a la cúpula anterior.

Quizás el hecho de que se decidiera “concluir” el tema de los 43 en estas fechas fue el milagro que necesitaba Rosario Robles para ser liberada de prisión, o tal vez era insostenible la situación de mantenerla privada de su libertad y las autoridades decidieron que coyunturalmente era un buen momento para “cumplir” con una incumplible promesa de campaña, encarcelando a uno de los personajes más representativos de ese fatídico episodio, que además probablemente cometió la ofensa de operar en contra de Morena en las elecciones de Hidalgo en 2022, y que vale mencionar como nota al pie, que también fue el encargado de la detención de Joaquín Guzmán.

Si bien tampoco se pregona su inocencia, se le reconoce a Murillo Karam que su entrega ante autoridades —que quizás fue anunciada a él por ex colaboradores suyos aún vigentes en la ahora llamada FGR— fue la de un caballero. Pues en un video ya viral, se puede observar cómo se entregó a agentes de la Agencia de Investigación —acompañados por elementos de la Guardia Nacional— de manera pacífica e intentando mantener un trato cordial con los mismos.

Al momento de la entrega, uno de los agentes se disculpa diciéndole “es penoso”, a lo que —reforzando lo aquí escrito— Murillo Karam le contesta “no es penoso. Es político”.

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