Niels Rosas Valdez
Hace unos días conocimos la noticia de que Alemania finalmente proveería sus tanques Leopard 2 a Ucrania para su defensa contra Rusia. La decisión se generó tras una fuerte presión por parte de sus aliados, Estados Unidos de América (EUA), Reino Unido y la Unión Europea (UE), que apoyaban la opción de continuar suministrando equipo militar a Kiev a través de los acorazados alemanes.
Desde antes del inicio de la guerra, Ucrania recibió apoyo por parte de varios países. La asistencia fue diplomática y política en un primer momento, pero luego se tornó económica y finalmente se materializó en militar. Si bien los primeros tres tipos de colaboración causaron una condena proveniente de Moscú, fue la cuarta la que detonó la ira y el desasosiego del Kremlin, al grado de que Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia, amenazara con una guerra más cruenta.
Y cumplió, lamentablemente. Cada vez que Occidente ha provisto de armas y vehículos militares a Ucrania, Rusia ha respondido con ataques severos a ciudades, campos y pueblos ucranianos, causando destrozos materiales, mermando al ejército rival e incluso asesinando a civiles. Es una situación ruin, pero, a ojos de Putin, las acciones ordenadas desde el Kremlin son necesarias para que su “operación militar especial” pueda ser exitosa.
Muchas veces en lo que va de la guerra, Occidente ha manifestado que seguirá con Ucrania el tiempo que sea necesario para que gane la guerra contra Rusia. Prueba de ello ha sido el considerable apoyo militar que ha entregado a Kiev. Eso ha evidenciado el compromiso e interés que existe en varios países para que la victoria del combate bélico sea ucraniana. Sin embargo, el tiempo en el que recientemente Berlín se mostró reluctante a entregar sus tanques Leopard 2 a la milicia liderada por Volodimir Zelensky evidenció una posición ambivalente en el frente occidental.
A ojos de los aliados ucranianos, querer que Kiev gane la guerra, pero no involucrarse en seguir entregando apoyo militar mostró una falta de compromiso con Ucrania y Occidente. En este contexto, el mensaje fue peligroso, porque el menguar en la colaboración de uno de los actores más consolidados de la UE podría fortalecer el ánimo ruso. Al final, haya sido por presión o por convicción, Berlín cedió sus tanques.
Tal movimiento de Alemania, a pesar del estancamiento en su indecisión, fue un revulsivo para los esfuerzos de defensa de Zelensky, ya que, de acuerdo con varios reportes, serían de gran provecho para la milicia ucraniana a raíz de su elevada tecnología de combate.
Completando la asistencia, Washington anunció que enviaría sus tanques M1 Abrams. No obstante, ahora se presenta un nuevo obstáculo: el presidente Joe Biden ha señalado que no entregaría aviones caza F-16 a Ucrania.
Cuando empezó la guerra, Polonia envió aviones caza a Ucrania. Ahora, EUA se ha rehusado a hacerlo. Esto puede tomarse, otra vez, como una desatención de Occidente con Kiev. Nuevamente, el país de las barras y las estrellas anhela la victoria ucraniana para salvaguarda de su aliada Europa, pero también para socavar a Rusia. Sin embargo, el apoyo no es completo. Se ha mencionado en repetidas ocasiones que los poderes occidentales están con el país invadido, pero Washington, al igual que Berlín hace unos días, se muestra reacio a entregar ciertos vehículos militares a su aliada.
¿Cómo puede entenderse esta decisión de EUA? ¿Será una nueva fragmentación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte u obedece a un simple comentario que sirve de momento para que Biden pueda ganar tiempo y negociar en el gobierno para seguir apoyando a Ucrania en la guerra? Probablemente lo sepamos en algún tiempo, pero por ahora, el mensaje tan criticado que daba Berlín por rehusarse a apoyar militarmente a Kiev lo está replicando Washington.
Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx
