Niels Rosas Valdez
El pasado 30 de mayo se reunieron en Brasilia los presidentes de los Estados sudamericanos para acordar una mayor integración en la región, y también para discutir su respectiva agenda política. Reunión misma que fue opacada por la ausencia de Dina Boluarte y la tensión de los demás líderes con Nicolás Maduro, debido a la evidente situación.
Analizar esta integración regional es de suma importancia ya que se encuentra integrada por los Estados más diversos en el mundo, contando con una amplia extensión territorial y con millones de personas habitando en ella. Por lo que también es pertinente reconocer el alcance que tiene esta región y que sus repercusiones pueden llegar a trascender sus fronteras.
Tuvieron que pasar más de diez años para que se retomara el interés en una reunión dentro del eje sudamericano y con ello el desarrollo de nuevas estrategias de cooperación, con el objetivo de hacerle frente a los recientes acontecimientos que han pasado sobre la región. Los jefes de Estados y el representante peruano llegaron a Brasilia en uno de los momentos más complicados debido a los conflictos políticos, sociales y económicos que han afectado gravemente a la región desde su última cumbre en 2012; además de que el contraste de las ideologías políticas ha afectado al punto que las tensiones se extendieron y el manejo del encuentro se vio afectado. Cabe destacar que la cumbre misma fue histórica ya que se presenció el regreso de Venezuela al escenario internacional.
Uno de los principales puntos que se acordaron en la cumbre fue el de aspirar a tener una mayor integración entre los Estados, aprovechando las condiciones geográficas y sociales que puedan tener en común. Además de también consolidar un acercamiento comercial y diplomático que los pueda fortalecer como región frente a la comunidad internacional y con ello, sea capaz de trascender más allá de sus contundentes diferencias y particularidades.
Por esto mismo se consideraron las diversas aportaciones e ideas, como la de una moneda regional en común, con el fin de dejar de depender de las divisas extranjeras, también la propuesta de homologar los trámites en el rubro comercial con el fin de evitar tanta burocracia, y también actualizar los proyectos planteados desde su primera cumbre. Por otra parte con la presencia de Venezuela en la cumbre ha dejado un contraste en las reacciones entre los mandatarios, la primera que se dejara de estigmatizar al Estado y la segunda que las violaciones a los derechos humanos en dicho país es una realidad y no una construcción narrativa. Esto se puede percibir que se tenían grandes expectativas en la cumbre debido al reencuentro después de tantos años pero se terminó realizando en un ambiente de tensión donde las discrepancias no se hicieron esperar.
La cooperación internacional es clave para que los Estados puedan anteponerse frente a las situaciones que se le presentan alcanzando un mutuo apoyo, aprovechando lo mejor de las contrapartes involucradas con el objetivo de lograr un bien común. Sin embargo estas relaciones multilaterales cada vez son más complejas debido a las diversas situaciones y asuntos que se pueden presentar y se tengan que resolver, además de que, al incluir a más contrapartes en la integración estos mismos puedan incursionar en las diversas actividades que se presentan y con ello, los acuerdos tardarían más en consolidarse; esto no significa que se señale una carencia en la diplomacia o en el manejo del foro. Sino que se tienen que considerar a las demás partes y sus necesidades e intereses al momento de establecer un acuerdo.
Si bien las propuestas para integración de esta región -anteriormente mencionadas- están lejos de ser una realidad debido a la circunstancias que viven estos Estados, vale la pena reconocer estos primeros pasos hacia la integración regional. Y gracias a esta revalorización pueden ser el inicio de un exitoso proyecto.
