El 24 de julio por la tarde, los medios dieron a conocer la triste noticia de la muerte del Lic. Alejandro Martí García.
La mayoría mencionaban que era empresario y que se convirtió en activista social tras la trágica muerte de su queridísimo hijo, Fernando. Muchos transmitieron el momento en el que increpó al gabinete del entonces presidente, Felipe Calderón, a que renunciaran si la vara era muy alta para frenar la inseguridad que vivíamos en esos momentos.
Sí, el Lic. Martí fundó Grupo Martí, primero con sus emblemáticas tiendas de artículos deportivos y posteriormente, con la cadena de gimnasios y restaurantes Sport City. También fundó MéxicoSOS, que está presente en las Mesas de Seguridad que se han implementado en algunas ciudades el país con gran éxito. Además, fue un prolífico pintor
Pero Alejandro Martí, para mí, siempre fue mucho más. Un esposo dedicado, un padre amoroso y presente, un hermano preocupado, un compadrito siempre atento, un amigo entrañable y generoso con su tiempo y con su cariño. Una presencia serena y sonriente, siempre dispuesto a escuchar y aconsejar con asertividad y cuando se necesitó, con firmeza y límites.
Hoy, México queda un poco más huérfano. Murió el hombre que dedicó los últimos años de su vida al bien de nuestro país. Murió el luchador contra la impunidad y la inseguridad. Murió la presencia constante que nos recordaba que hemos de exigirle a los gobernantes que “¡si no pueden, renuncien!”
Murió el esposo, el padre, el abuelo, el hermano, el compadre, el amigo, el consejero, el jefe. Murió mi querido Ale.
Mati, Xime y Alito, los abrazo fuerte, muy fuerte. Encomiendo su eterno descanso y el pronto consuelo para la familia y todos los que lo queremos. Descansa en paz, Ale.
