En los últimos días los libros de texto que serán utilizados en el próximo ciclo escolar han sido los protagonistas de las críticas y preocupaciones de una gran cantidad de padres y madres de familia, así como de la ciudadanía en general.
En medio de tal coyuntura, me resultó inevitable recordar las palabras de Walter Isaacson “La ventaja competitiva de una sociedad no vendrá de lo bien que se enseñe en sus escuelas la multiplicación y las tablas periódicas, sino de lo bien que se sepa estimular la imaginación y la creatividad”
Parece ser que la 4T busca justificar el nuevo contenido y diseño de los libros de texto con una idea similar a esta. Sin embargo, una vez más, falló en ejecutar y entender el mensaje.
Darle énfasis y reconocer la importancia de la creatividad, el humanismo e imaginación, bajo ninguna circuntancia implica sacrificar los conocimientos base que ayudan a que todo ser humano pueda construir un mejor futuro y alcanzar mayores y mejores oportunidades. El mensaje es claro, la creatividad es complemento de los conocimientos teóricos; no son exluyentes uno de otro.
Lo que este gobierno está haciendo es querer disfrazar un intento de adoctrinamiento en una ideología y conceptos que no puede entender. Ningun cambio que realmente apunte a la prosperidad y a la transformación puede ser y diseñarse a medias como lo han hecho.
Si bien pienso que poner sobre la mesa la necesidad de diseñar un sistema educativo con una perspectiva mucho más humanista es un buen acierto; también pienso que, lo que de manera muy específica la Secretaría de Educación está haciendo, es poner en riesgo el futuro de millones de niños y niñas llenos de esperanza, sueños y ambiciones y, por ende, el futuro del país.
Querer polarizar a los votantes, hecho que por sí mismo es bastante grave e indignante, es síntoma de un gobierno autoritario y sin capacidad; sin embargo, y peor aún, un gobierno que quiere sembrar la polarización, además de desinformar, en y a los más pequeños es simple y sencillamente síntoma de un gobierno descompuesto, de intereses ocultos y sumamente desviado de sus prioridades y funciones.
Estamos en un momento en el que debemos de ir más allá. Esto no se debe de quedar en este caso en particular. Como ya lo he mencionado en otras ocasiones, en este país urge una reforma educativa completa que entienda realmente cuál es el problema y que lo atienda. La educación necesita de mejor infrastructura, planeación, contenidos, apoyo a los y las maestras, entre muchas otras cosas más. Pero algo que urge y que ninguna reforma ha dejado claro es descentralizar a esta institución.
La educación no puede seguir estando en manos únicamente, ya no sólo del gobierno, sino de uno solo de los poderes. El poder ejecutivo tiene, prácticamente, el monopolio de la educación básica y los mecanismos que tiene como contrapesos, tales como las consultas que debería de realizar, han demostrado ser insuficientes y ambiguos.
No debemos permitir que este muy desafortunado suceso e intento de corromper la educación se repita, y para eso debemos de diseñar y exigir los cambios institucionales pertinentes. Es momento de una educación descentralizada que se nutra de la participación de los poderes, las ONG´s, las familias y los organismos autónomos.
La niñez es y siempre será lo más importante; debemos cuidarla y protegerla a toda costa. Construyamos un sistema que sí, incentive la imaginación y creativad, pero que también que prepare con las herramientas teóricas necesarias, que busque y ayude a desarrollar un criterio sólido y no un adoctrinamiento conveniente para el gobierno en turno.