Aceptar las limitaciones que se tienen, no significa resignarse a no mejorar…
Macraf
Recientemente, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) publicó el Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2023, el cual tiene como finalidad medir cuáles son los estados más y menos competitivos, es decir, en palabras del propio Instituto, cuáles estados son capaces de «generar, atraer y retener talento e inversión».
Si haces memoria, estimado lector, es un tema analizado reiteradamente en los últimos meses, debido al llamado «nearshoring», fenómeno que brinda la oportunidad de capitalizar nuestra posición geográfica y con ello, mejorar la situación de las personas. Sin embargo, poco es lo que se ha visto de beneficio. Incluso, de acuerdo con la Secretaría de Economía, la gran inversión anunciada de Tesla no está registrada, es decir, solo les dijeron que sí al hijo predilecto de Macuspana y al fosfo, pero nunca les dijeron cuándo.
Lo anterior puede ser analizado a la luz de algunos de los resultados del Índice de Competitividad Estatal.
(I) 10 estados mejoraron su posición, 13 retrocedieron y nueve se mantuvieron igual, siendo la Ciudad de México, Querétaro y Nuevo León los tres primeros lugares. Mientras tanto, el Estado de Guerrero permanece como la entidad menos competitiva, junto con Oaxaca y Chiapas. Por su parte, Quintana Roo es el estado que subió más posiciones, y Yucatán es el que más lugares bajó.
¿No se supone que uno de los principales compromisos del morador de palacio implicaba que el sureste mexicano cambiaría su situación a lo largo de su sexenio? Lamentablemente, los datos reflejan algo totalmente distinto. No solo no han mejorado su situación, sino que en algunos casos ha empeorado.
(II) Los estados del centro y norte del país tienen mejores condiciones para atraer inversiones relacionadas con el nearshoring, lo cual se explica por su despliegue de infraestructura logística y energética, una población con mejor acceso a la educación y a la salud, y una mejor integración de la industria manufacturera con el exterior.
Este resultado deja claro que se deben privilegiar áreas como la educación, la infraestructura o la red energética, ya que permitirá una mayor industrialización y, por lo tanto, crecimiento económico de esa región. Algo que en este gobierno no se ha comprendido.
(III) A nivel nacional, una de cada cuatro personas mayores de 25 años cuenta con educación superior o técnica. En la Ciudad de México, dicha cifra es del 41%, mientras que en Guerrero es del 14%.
Uno de los principales motores que impulsan el desarrollo económico y, por lo tanto, la mejora en la calidad de vida de las personas es la educación. El gran contraste que existe a lo largo del país deja claro dos cosas: la política del actual gobierno en materia educativa ha fracasado y que, efectivamente, a Morena le conviene que las personas no aumenten su nivel educativo.
(IV) De los 32 estados, solo cuatro reportaron que más del 5% de las personas económicamente activas reciben capacitación.
Así como se apoya a la clase trabajadora a través de incrementos en el salario mínimo, se debe procurar apoyar a la base productiva. Sin embargo, hay errores que deben ser señalados, como lo es la baja capacitación a los trabajadores. En términos económicos, esto solo puede provocar un menor crecimiento resultado de un bajo nivel de productividad y, por lo tanto, menor competitividad.
(V) A nivel nacional, el ingreso laboral promedio es de 8,615 pesos por mes. Un mes de ingresos de un trabajador de Baja California Sur (12,394 pesos en promedio) equivale a más de dos meses de ingresos de un trabajador en Chiapas (5,209 pesos).
Uno de los únicos aciertos de la administración del hijo predilecto de Macuspana es el incremento al salario mínimo. Pero aún hay mucho por hacer para lograr mayor equidad salarial. Para lograrlo, se necesita un trabajo conjunto entre gobierno e iniciativa privada; de lo contrario, poco o nada se avanzará en el corto y mediano plazo.
(VI) Ciudad de México, Nuevo León, Baja California, Jalisco y Chihuahua concentran el 48% de la inversión extranjera directa.
No es sorprendente que sean estos estados los que tengan la mayor cantidad de inversión extranjera directa. Después de todo, son los que mayor industria y servicios concentran. Lo cual me lleva de nuevo a mi pregunta inicial: ¿no se supone que el sureste mexicano tendría que haber modificado su realidad económica a estas alturas del gobierno del tabasqueño?
(VII) En Yucatán, Coahuila, Durango, Chiapas y Nayarit, la percepción de seguridad es en promedio 45% de la población adulta y la incidencia delictiva es de 9.0 delitos del fuero común por cada mil habitantes. Por su parte, en Morelos, Colima, Zacatecas, Baja California y el Estado de México, tienen una percepción promedio de seguridad del 13% y la incidencia delictiva es de 24.7.
Una de las principales variables sobre las cuales se toma la decisión de inversión tiene que ver justamente con la percepción de seguridad. Hoy, sin temor a equivocarme, puedo decir que el gobierno mexicano encabezado por el morador de palacio ha fracasado estrepitosamente en esta asignatura. No solo no han logrado controlar los altos niveles de delincuencia, sino que se han acrecentado al punto de tener más de 100 mil desaparecidos y un promedio de 3,000 homicidios dolosos al mes.
En conclusión, estimado lector, los avances alcanzados son menos que los grandes problemas del país. El fracaso de la actual administración se ve reflejado en la angustia y tristeza de las familias que, en el mejor de los casos, solo padecen por problemas económicos, mientras que hay otros cuyo dolor es consecuencia de la pérdida o ausencia de un ser querido. Así los tiempos estelares de la 4T, ¿es nuestro país competitivo? Mucho me temo que no.