22 de diciembre de 2024 1:15 am
OPINIÓN

¿Palabras vacías?

El trabajo que se imprimió en esas jornadas significa un posible respiro para la Tierra, pero lamentablemente también debemos considerar que los discursos y acuerdos que emitieron los líderes en la COP28 hayan sido mensajes llenos de palabras vacías...

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Por Niels Rosas Valdez


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Tras varios días de trabajo intensivo, la vigésimo octava edición de la Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) finalizó. En las pasadas cumbres la expectativa ha sido elevada y en esta ocasión no ha sido la excepción, puesto que ni más, ni menos, el esfuerzo global para mitigar el cambio climático estaba en juego. ¿Qué resultados ha traído este nuevo episodio de negociación y cooperación internacional para colaborar en la protección del medio ambiente?

En la actualidad, la gobernanza global reconoce dos amenazas existenciales: la proliferación de armas de destrucción masiva y el cambio climático. De la primera, no se vislumbra una modificación de la situación en el corto o mediano plazo, puesto que los países poseedores de armas nucleares no abandonarán su posición privilegiada y de poder desactivándolas y eliminándolas sólo porque represente un riesgo para otros estados. Además, es difícil negociar con potencias nucleares, puesto que son muy poderosos y resulta complicadísimo que cedan ante la solicitud de actores con menor peso internacional.

En contraste, el riesgo que alberga el cambio climático es compartido tanto por países con armas de destrucción masiva, como por aquellos que no cuentan con esa tecnología. De esta manera, el interés de mitigar los problemas medioambientales es de carácter enteramente global. Es por ello por lo que, desde hace décadas, la comunidad internacional se ha avocado cada vez más a colaborar entre sí para aminorar su impacto negativo en el medio ambiente. No obstante, tales resultados distan mucho de lo que se espera y se necesita para recudir la amenaza existencial que posa la degradación ambiental.

En este contexto se inserta la COP 28 celebrada en Dubái, la ciudad más poblada de Emiratos Árabes Unidos, un país rico en hidrocarburos, particularmente petróleo. En esta nueva edición que comenzó hace casi dos semanas y vio la participación de líderes de estado, representantes de gobiernos, empresarios, activistas, embajadores del medio ambiente, periodistas, analistas y demás actores de relevancia en el medio.

Además de charlas y diálogos interesantes, algo que atrae las miradas son las reuniones en las que participan los líderes de los países, puesto que se deja entrever la posición y serie de intenciones que mantienen en torno al cambio climático. En esta ocasión, un avance se ha conseguido, puesto que la comunidad internacional ha acordado una forma de transición del carbón, petróleo y el gas hacia las energías limpias y renovables.

Es tardío el acuerdo, no hay duda, ya que por mucho tiempo la academia había señalado ese movimiento como indispensable para comenzar a mitigar el cambio climático. A pesar de ello, por fin la comunidad internacional ha coincidido en sus compromisos para atender el medio ambiente con esta acción. Vaya hora a la que lo hizo, puesto que, según varios reportes, si no hay una modificación en el impacto negativo hacia el medio ambiente antes de la siguiente década, la situación sería irreversible.

La COP28 parece que ha sido un espacio de esperanza que brinda para el mundo ante la catástrofe ambiental que ha provocado la humanidad en el planeta que habita. El trabajo que se imprimió en esas jornadas significa un posible respiro para la Tierra, pero lamentablemente también debemos considerar que los discursos y acuerdos que emitieron los líderes en la COP28 hayan sido mensajes llenos de palabras vacías. Hay que recordar que los países buscan mejorar sus condiciones para su supervivencia, por lo que, si bien puede haber cooperación, la competencia por los recursos no se hace a un lado nunca.

Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx

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