¿Cuál es la mejor forma de asegurar el legado de un político? Sencillo: con un magnicidio. Un político asesinado, sobre todo en funciones, es muy difícil de criticar y desacreditar, independientemente de sus logros, ideología o trayectoria.
Ejemplos hay muchos, desafortunadamente. ¿Quién va a criticar el legado de personajes como John Kennedy o Abraham Lincoln? ¿De Itzjak Rabin o Anwar El-Sadat? Ni se diga en Europa, donde hay tantos asesinatos políticos registrados que la categoría tiene su propia página de Wikipedia.
Ni siquiera se tiene que llegar a ser presidente o primer ministro para que el asesinato se convierta en el cimiento de un legado. En México tenemos a Luis Donaldo Colosio. Nada nos asegura que hubiera sido buen presidente. Excepto, claro, el hecho en sí mismo de que tal vez era tan bueno que lo asesinaron. Hablando de Colosio, hay una posibilidad de que su asesino, Mario Aburto, salga en libertad este 2024. Interesante, ¿no? Pero este artículo es para hablar de otro mártir: la campaña de Samuel García.
Ojo: El mártir no es Samuel García. A él nadie lo mató.
Hace como un mes su campaña presidencial con Movimiento Ciudadano fue detenida en seco por el PAN y el PRI. Samuel tomó licencia como gobernador de Nuevo León para perseguir la silla presidencial, y regresó al estado cuando la oposición trató de nombrar a un interino que no lo favorecía. Para fines prácticos, su campaña fue asesinada.
Por más que haya despegado rápido y fuerte la campaña de Samuel, su victoria se veía muy lejana desde el principio. En ese sentido, la oposición muy posiblemente le hizo un favor. Pocos se recuperan de un golpe como el de perder una campaña presidencial en México. Como ejemplo tenemos a Ricardo Anaya, quién después de perder en 2018 dijo que regresaría para 2024 y no da ni las luces.
La oposición no solo salvó a Samuel García de una derrota de ese estilo, también le dio a la campaña del regio un aura de invencibilidad. El mensaje de MC hoy es muy concreto: la política vieja tuvo que frenar a Samuel para no perder porque están asustados. ¿Sería posible que ese fuera el plan desde el principio? Dejar que Samuel iniciara una campaña destinada a ser frenada, de forma que se convirtiera en una campaña mártir.
¿Quién se beneficiaría de algo así? Pues bueno, en primer lugar, el gobierno en turno. Si los simpatizantes de Movimiento Ciudadano no eran enemigos de la oposición, el PRI y el PAN en Nuevo León se encargaron de declararles la guerra. Para MC, el PRIAN se acaba de volver su principal enemigo. Mientras tanto, Morena y sus aliados quedaron como los buenos de la historia. Los que sí iban a dejar a Samuel concursar porque, además, no le tienen miedo.
En segundo lugar, lo vea o no, el mismo Samuel va a acabar muy bien parado. Hay muchas figuras en Movimiento Ciudadano que pintan para fortalecerse de cara al 2030. Desde Luis Donaldo Colosio Riojas (hijo del excandidato presidencial) hasta Indira Kempis, pasando por Mariana Rodríguez (esposa de Samuel). Una campaña frenada, no fallida, que aparentó ser muy exitosa, pone al gobernador de Nuevo León como el puntero casi indiscutido hacia 2030 para ser el candidato del partido.
“El nuevo” como se auto apoda Samuel, pasó de casi no tener posibilidades de ganar en 2024 a ser la principal figura presidencial para el 2030. Y a su edad, ¿qué es esperarse seis añitos más? Ya veremos si la estrategia de usar a su campaña como mártir ciudadano le da resultados.
