26 de julio de 2024 8:37 pm
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OPINIÓN

La pérdida del teatro de México

La gente “educada” del medio artístico nos echará la culpa a nosotros, los mortales chilangos, de no estar interesados en la oferta teatral por nuestra falta de cultura artística. Sin embargo, así como en la vida, en el teatro no puede pasar distinto: el cliente siempre tiene la razón...

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Por Jorge Olano Lañado


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Es de conocimiento general que la ciudad de México es de los lugares con más oferta cultural del mundo. Sabemos que no nos hacen falta museos, recorridos de turibus y demás. Sin embargo, respecto al teatro en México sucede un fenómeno bien interesante, del cual hablaremos a continuación.

La oferta cultural teatral en la CDMX no es poca: encontramos desde pequeñas producciones en Coyoacán pasando por espectáculos un poco más elegantes en la condesa, hasta llegar a las famosas producciones OCESA. Sin embargo, que haya mucha cantidad y exista una oferta muy alta, no significa que dicha oferta empalme con los gustos y demandas del publico chilango. Si uno entra a las páginas de oferta cultural gubernamentales, uno puede encontrar 2 millones de exposiciones temporales, monólogos experimentales, presentaciones de graduación de egresados de actuación, las famosas “obras de autor” de eméritos y muy “respetados” directores y actores teatrales etc. Desgraciadamente por más renombre que tengan los artistas, si su producto no emociona al cliente el producto no lo compra nadie.

¿Cuántos de nosotros tenemos el hábito de ir al teatro? ¿Cuántos de nosotros tenemos amigos cercanos con el habito de ir al teatro? La respuesta es casi nula. No porque no nos llame la atención que un plan de fin semana fuera ir a una obra de teatro con amigos o con la pareja, sino porque no hay nada que llame nuestra atención. A nosotros los chilangos no nos interesa si la obra es del mas alto culto teatral o si tal actuación requirió tal profundidad artística, el chilango busca ir a un espectáculo que le cause algo, que nos mueva la tripa; y desgraciadamente la “culta” oferta teatral en nuestra chilangolandia está muy lejos de siquiera lograr movernos siquiera la uña.

Lo anterior no lo digo yo, lo dice el propio registro de que la mayor parte de la oferta teatral la consumen solamente los mismos integrantes de la comunidad teatral: como un lavado de dinero artístico, o un círculo de caridad por llamarlo de otra forma. La gente “educada” del medio artístico nos echará la culpa a nosotros, los mortales chilangos, de no estar interesados en la oferta teatral por nuestra falta de cultura artística. Sin embargo, así como en la vida, en el teatro no puede pasar distinto: el cliente siempre tiene la razón y si nosotros como mexicanos no mostramos interés o no nos reflejamos (lo cual es todavía más importante) en el arte que esta en oferta, todo el esfuerzo propiciado para crear las llamadas grandes obras de arte es completamente inútil porque nadie las ve y por lo tanto el arte expresado carece de tener sentido. Lo que más ha podido conectar con nosotros han sido los musicales y de vez en cuando espectáculos de comedia cuarentona que gracias a mucho esfuerzo de promoción es consumido por parejas de la edad anteriormente descrita como su salida cultural del semestre. Los actores que preponderan en este tipo de obras van desde Adal Ramones hasta el famosillo de televisa que ya no tiene chamba, lo que además da una cachetada con guante blanco a todos los actores que llevan 10 años formándose para que nadie vaya a sus proyectos y al final 1 actor de televisa o alguien del apellido Derbez tenga todo el foco artístico del país.

Gente del teatro: ¡Pónganse las pilas! Si es su deseo, como artistas profundos que son, de lograr trascender de alguna manera en la escena teatral de su país, rompan ya los marcos del deber ser artístico, conecten con su público (que es el único que van a tener), y salgan a la calle a preguntarle a los chavos, a la gente común: ¿Qué historias quieren ver? ¿Qué historias nos hacen sentir algo? ¿Qué tipo de historias son las que nos reflejan de verdad? Aunque las respuestas a esas preguntas sean temas o historias que carezcan de la “profundidad artística” establecida por las vacas sagradas del teatro, arriésguense, propongan, sean más humildes… Porque ya no tienen nada que perder, pues de clientes, ahorita, no tienen a ninguno.

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