La tasa de inflación anual en el Reino Unido experimentó una caída mayor de lo anticipado en febrero, lo que ha avivado las conjeturas sobre la posible reducción de las tasas de interés por parte del Banco de Inglaterra (BoE).
Según la Oficina de Estadísticas Nacionales, la inflación anual fue del 3.4% el mes pasado, alcanzando su punto más bajo desde septiembre de 2021, debido a una desaceleración en el aumento de los precios de los alimentos.
Esta cifra marcó un descenso desde el 4.0% registrado en enero, quedando por debajo de la proyección del 3.5% pronosticada tanto por el BoE como por otros economistas.
A pesar de ello, dado que la inflación sigue por encima del objetivo del BoE del 2%, se espera que el banco central mantenga sin cambios su tasa de interés principal en la reunión de hoy.
Mientras tanto, los expertos prevén que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo comiencen a reducir las tasas a partir de junio, tras haberlas incrementado considerablemente para hacer frente al aumento de los precios.
Sin embargo, para el BoE, el panorama es menos definido, según los economistas; aunque los recortes podrían proporcionar un estímulo necesario a una economía afectada por la recesión.
El BoE ha afirmado que no reducirá las tasas de interés precipitadamente, sino que esperará a que la inflación se estabilice en niveles más bajos. Esto sugiere que es probable que no veamos recortes hasta agosto», señaló Sarah Coles, responsable de finanzas personales en Hargreaves Lansdown.
Otros analistas ven probable un recorte de tasas en junio. «En este momento, el mercado está dividido entre un primer recorte de tasas en junio o en agosto», señaló Kathleen Brooks, analista del grupo comercial XTB.
En general, el informe sobre la inflación presenta elementos tanto para los partidarios de una política monetaria más estricta como para los partidarios de una postura más flexible de cara a la reunión del BoE de hoy.
El BoE aumentó su tasa de interés en 14 ocasiones entre finales de 2021 y la segunda mitad del año pasado.
Con información de El Economista | Nota original