22 de noviembre de 2024 3:51 am
OPINIÓN

La educación, más allá de las elecciones

Debemos promover una mayor articulación entre la educación superior y la investigación, con un enfoque más orientado a resolver los problemas locales y regionales, y contribuir al desarrollo del país, generando un impacto social más profundo...

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Por Santiago García Álvarez


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En medio de un periodo marcado por debates electorales, tuve el privilegio de participar en un foro cuyo propósito era analizar las megatendencias globales y explorar los riesgos y oportunidades que éstas presentan para México, independientemente del gobierno actual o futuro. Las presentaciones, respaldadas por numerosas gráficas de la consultora McKinsey, seguidas de los comentarios de destacados profesionales mexicanos, no sólo me brindaron información, sino que también suscitaron inquietudes profundas.

Estados Unidos importará más de México que de China por primera vez en dos décadas, gracias a las tendencias regionalistas derivadas de las tensiones políticas globales. Además, los ahorros en costos logísticos, derivados de nuestra situación geográfica próxima a Estados Unidos, se confirman mayores que las ventajas productivas de China. Se refuerza el potencial del nearshoring cara al desarrollo futuro.

Si bien es cierto que México no ha sido reconocido tradicionalmente por su investigación tecnológica, existen datos que revelan perspectivas ilusionantes. Muchas empresas innovadoras como Kavak, Bitso, Clip o Konfío han surgido en nuestro país, a la altura de las mejores de Latinoamérica.

El desarrollo de talento relacionado con la tecnología en México se está aproximando al nivel alcanzado por Brasil. Mientras que el número de profesionales mexicanos se acerca a los 700 mil, el de Brasil roza los 750 mil, con tendencias futuras que favorecen a nuestra nación. México gradúa aproximadamente 150 mil profesionales relacionados con las TIC cada año, en comparación con los 46 mil de Brasil.

Por otro lado, existen aspectos negativos que no podemos ignorar. El crecimiento económico reciente de México se ha visto impulsado más por la inserción de fuerza laboral en los mercados que por un aumento de la productividad, a diferencia de lo observado en países como India, China o Chile. Además, los salarios promedio para desarrolladores en México son apenas la mitad de los que se pagan en Estados Unidos; si bien esto constituye una ventaja para el nearshoring y la inversión extranjera, es un obstáculo para el desarrollo económico de nuestros profesionales.

Los expertos plantearon preguntas desafiantes: ¿las megatendencias contribuirán a mejorar la productividad y las relaciones sociales en un entorno próspero, o generarán desplazamientos en la fuerza laboral y pondrán en riesgo las condiciones sociales actuales? En mi opinión, la respuesta dependerá en gran medida de lo que nuestro sistema educativo sea capaz de ofrecer.

Para nadie es novedad las dificultades de la realidad educativa mexicana. La eficiencia terminal en el bachillerato en México es sólo de 68%, en comparación con 82% promedio de los países de la OCDE. La cobertura de la educación superior apenas alcanza 45%, y sólo 20% de la población entre los 25 y 65 años ha completado estudios universitarios. El posgrado en México representa una enorme área de oportunidad, especialmente en la era del aprendizaje continuo. Una de las conversaciones actuales versa sobre la posibilidad de que México no presente PISA en 2025, lo cual significaría un enorme retroceso

Es preocupante, a la vez, observar cómo el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) ha reducido drásticamente su apoyo a las universidades privadas en los últimos años. Las universidades públicas también han sufrido recortes presupuestarios, y es llamativo cómo han buscado presencia en el Congreso de la Asociación de Instituciones de Educación Superior (CASE) preocupadas por la recaudación de fondos como un medio de subsistencia.

Espero sinceramente que en los próximos años se incremente el porcentaje del PIB destinado a la educación; es posible, incluso, implementar nuevos incentivos fiscales para fomentar las inversiones en este ámbito. Debemos promover una mayor articulación entre la educación superior y la investigación, con un enfoque más orientado a resolver los problemas locales y regionales, y contribuir al desarrollo del país, generando un impacto social más profundo.

Es necesario aumentar las inversiones en programas de posgrados y educación continua, así como generar capacitación técnica que responda a las necesidades del nearshoring. Además, es fundamental centrarse en la calidad educativa, la flexibilidad curricular, la centralidad del alumno, el aprovechamiento de la tecnología y el enfoque en la resolución de problemas.

Las megatendencias globales y regionales actuales ofrecen una oportunidad inmensa para la prosperidad, siempre y cuando nuestras fuerzas educativas sean capaces de ofrecer respuestas adecuadas. Sin embargo, también representan una amenaza significativa si nuestro sistema educativo, tanto público como privado, no responde de manera efectiva.

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