La tercera designación del gabinete de la presidenta electa ha sido influenciada, al parecer, por sugerencias del equipo del actual presidente. Esta influencia se evidencia en la elección de figuras como Rosa Icela Rodríguez, quien ha sido nombrada Secretaria de Gobernación en sustitución de María Luisa Alcalde, cuya gestión no destacó pese a la relevancia de su cargo. Ariadna Montiel Reyes ha sido designada como Secretaria del Bienestar y Omar García Harfuch como Secretario de Seguridad Pública. Además, Mario Delgado ha sido nombrado Secretario de Educación Pública, una decisión que parece más un reconocimiento a su labor como presidente de Morena que a sus méritos en el ámbito educativo.
Estas designaciones, aunque respaldadas por la experiencia en algunos casos, han suscitado interrogantes, especialmente en el caso de la Secretaría de Educación Pública. La elección de Mario Delgado ha generado dudas significativas: ¿qué aportará el nuevo secretario? ¿Tiene experiencia destacada en la academia, la cultura o la educación? No se le conoce como escritor, literato, ni como autor relevante en ningún género. Esto lleva a cuestionar si realmente se han agotado las opciones de expertos y científicos en la materia.
México ha tenido figuras excepcionales en el ámbito educativo, como José Vasconcelos, autor de «Ulises Criollo», Jaime Torres Bodet, promotor de la alfabetización y creador del Plan Nacional de 100 años para la educación, y Agustín Yáñez, político y presidente de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. Si bien estos personajes son únicos, nuestras instituciones como el Colegio de México, el CIDE y la UNAM cuentan con talentos que tienen la vocación necesaria para avanzar en el sector educativo, actualizando programas y planes de estudio para alinearse con los estándares globales.
La cuestión es si la elección de Delgado responde a un enfoque distinto, quizás centrado en sus habilidades de liderazgo demostradas en Morena. Podría ser que se busque aprovechar su capacidad para manejar sindicatos del magisterio y demostrar su liderazgo dentro del sector educativo. No obstante, esto no debe desviar su atención de las funciones fundamentales de un Secretario de Educación: mejorar la calidad educativa, implementar políticas eficientes y elevar el nivel de conocimiento a estándares internacionales.
La calidad de la educación en México ha sido un tema preocupante, con resultados insatisfactorios en diversas pruebas de conocimiento a nivel internacional. Esto subraya la necesidad urgente de un liderazgo educativo competente, capaz de llevar a cabo las reformas profundas y necesarias.
Es crucial que los nuevos líderes del gabinete demuestren que su selección no se basa únicamente en lealtades políticas, sino en su capacidad real para impulsar cambios positivos y sustanciales en sus áreas de responsabilidad. El futuro de la educación, la seguridad y el bienestar social de nuestro país depende de la eficacia y la visión de estos nuevos miembros del gabinete. Por ello, es fundamental que la sociedad y los medios de comunicación mantengan una vigilancia constante sobre su desempeño y los resultados de sus políticas en los próximos años.