17 de octubre de 2024 10:32 pm
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OPINIÓN

¿Despilfarro Público? | Coyuntura económica y algo más

...el gobierno actual, en lugar de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la está complicando con políticas económicas insensatas y un gasto desmedido...

El gobierno promete puentes, incluso donde no hay ríos, y cuando construyen uno, ¡ni siquiera puedes cruzarlo sin pagar peaje!…

Macraf

La semana pasada mencioné que uno de los puntos más importantes a tener en mente es la inversión, esto debido a la necesidad de generar crecimiento económico que a su vez es el punto de inicio para el desarrollo, en ese proceso, hay algo que también se debe tener en cuenta y no es otra cosa que el gasto del gobierno.

Una de las principales obligaciones de todo gobierno es gastar. Aquel que diga que se debe ahorrar o presume que se ha logrado ahorrar es, por decir lo menos, un neófito en términos económicos, por no decir un tonto. Por definición, ahorrar implica dejar de gastar y trasladar el consumo de hoy a un momento en el futuro. En términos de la actividad del gobierno, hacer eso implicaría privar a los ciudadanos de ciertos bienes públicos que son pagados con los recursos que eroga el gobierno hoy, a un posible consumo futuro que no siempre genera el mismo beneficio. Entendamos los bienes públicos como aquellos que brinda el gobierno para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos: salud, seguridad, educación, entre otros.

Si el gobierno deja de gastar hoy en seguridad y eso repercute en que haya menos policías, ¿qué beneficio le da a usted que en dos semanas más se contraten a más policías si hoy sufre un percance? Lo mismo sucede cuando el gasto se realiza de manera inadecuada. Si, en lugar de utilizar los recursos en bienes públicos que pueden mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, se destinan a obras faraónicas que, como diría la sabiduría popular, «ni oficio ni beneficio», estamos desperdiciando recursos. Esta es la situación que hoy está ocurriendo.

Para utilizar esos recursos, primero hay que generarlos. Las únicas formas que tiene el gobierno de generar recursos son mediante los impuestos y la deuda. Uno esperaría que, si deciden aumentar la deuda, sea para realizar actividades que permitan la generación de mayor riqueza en el país y, por lo tanto, recaudar más y con ese extra pagar lo que se pidió en deuda. Desafortunadamente, eso no sucede. Se está pidiendo prestado para usar ese dinero en actividades que no generan mayor productividad o riqueza. Por el contrario, solo se está regalando el dinero.

Entre enero y mayo de este año, previo a las elecciones presidenciales y el cambio de gobierno, México reportó su mayor déficit público en 16 años, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). En los primeros cinco meses del año, los Requisitos Financieros del Sector Público (RFSP) –el endeudamiento ampliado– fue de 645,700 millones de pesos, un incremento de más de la mitad de lo observado en el mismo periodo del año pasado.

Los datos de Hacienda indican que el déficit presupuestario fue de 557,394 millones de pesos, aunque fue menor de lo programado en 67,021 millones de pesos, pero mayor a lo observado en 2023. Por su parte, el balance primario presupuestario registró un déficit de 165,510 millones de pesos, monto menor a lo previsto en 40,271 millones de pesos. Este año, la Secretaría de Hacienda proyectó que los RFSP lleguen a un nivel de 5.9% del Producto Interno Bruto (PIB), un nivel no visto en décadas.

Según las estimaciones de la Secretaría en los Pre Criterios Generales de Política Económica 2025 difundidos en abril, los RFSP bajarían a 3% del PIB –el nivel recomendado– para el año siguiente. Sin embargo, esto estaría acompañado por un recorte al gasto en medio de mayores presiones y necesidades. La pregunta que surge es: ¿a dónde van a recortar? ¿Seguridad, educación, salud? Cualquiera que sea el área, recuérdelo, mi estimado lector, solo implica que usted y yo dejaremos de gozar de un bien público o parte de él, algo que sin duda nos aleja cada vez más del desarrollo económico.

La realidad es que el gobierno actual, en lugar de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la está complicando con políticas económicas insensatas y un gasto desmedido. La situación se torna cada vez más incierta y, aunque para ellos todo parece estar bien y el pueblo es «feliz, feliz, feliz», la verdad es que estamos lejos de esa felicidad. En el país de los ciegos, el tuerto es rey. ¿Usted qué opina? ¿Realmente es feliz, feliz, feliz?

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