8 de noviembre de 2024 6:15 am
OPINIÓN

Elecciones de juguete

...la nueva administración del régimen de Maduro se mantiene con pinzas, puesto que no es reconocida oficialmente como la triunfante de los comicios de finales de julio ante las severas y diversas inconsistencias antes y durante de las votaciones...

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En el marco de las elecciones programadas en este 2024 se insertan las de Venezuela, que se efectuaron hace un mes. No es sorpresa el resultado, en absoluto. De hecho, si en cambio hubiese sido otro, ahí sí la comunidad internacional se habría sorprendido. El régimen de Nicolás Maduro continuará, sin embargo, hay secuelas de los comicios del pasado 28 de julio. ¿Cuáles serían éstas?

Venezuela es un caso excepcional de la democracia en América Latina. Por muchos años, este país fue gobernado por una dictadura militar, como sucedió con otros estados en la región. El gobierno totalitario venezolano experimentó un momento de desgaste que fue aprovechado por varios agentes domésticos que llevaron promovieron la democracia y logaron la transición política que tanto necesitaba el estado sudamericano.

No obstante, esta transición eventualmente presenció el estallido de un movimiento ideológico y político liderado por Hugo Chávez, denominado la Revolución bolivariana, que tenía por objetivo instaurar el llamado “socialismo del siglo XXI” en Venezuela, una nueva etapa de este modo de producción que se moldearía con y atendería las necesidades de la sociedad en la actualidad.

A pesar de los buenos deseos y la poderosa narrativa de Chávez, Venezuela progresivamente se deterioró cuando el recurso del estado dejó de ser suficiente para atender a la población para llegar a los bolsillos de la élite política, empresarial y militar del chavismo. Tras el fallecimiento del líder venezolano, su sucesor, Nicolás Maduro, no ha logrado mejorar las condiciones del país sudamericano, sino todo lo contrario, la violencia, persecución política, la hambruna y el hostigamiento estatal han sido temas recurrentes en la población, lo que ha llevado, entre otros resultados, a un éxodo masivo al paso de los años, llegando a países como Argentina, Brasil, Colombia, México y Estados Unidos de América, por mencionar algunos.

No es sorpresa que la población busque un cambio político en su país. Hace unos años, a través de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó se perfiló como el sucesor democrático de Maduro. Con el apoyo de varios estados alrededor del mundo, se pensó que podría asumir el poder en Venezuela, haciendo a un lado al heredero de Chávez. Pero no se logró concretar la operación y quedó al margen de la política venezolana. A pesar de la crítica dirigida hacia él por estar apoyado por ciertos países, al final de cuentas fue una alternativa al régimen autoritario actual, una de las pocas que se han presentado en más de dos décadas de lo que va de la “Revolución bolivariana”.

Ahora, las elecciones del pasado 28 de julio representaban una posibilidad para terminar el régimen de Maduro y comenzar a restaurar Venezuela, pero los resultados mostraron ganador al presidente actual por un sospechoso margen con respecto a su más cercano rival. Cuando el estado guía los comicios, es difícil encontrar resultados diferentes a los ya pensados por las autoridades estatales y nosotros en México sabemos lo que significa. Entonces, creer en las votaciones presidenciales venezolanas es tan factible como pensar que

En este contexto, Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Estados Unidos de América, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay se han unido para demandar una auditoria imparcial e independiente para revisar los resultados de las votaciones en Venezuela. Así, la nueva administración del régimen de Maduro se mantiene con pinzas, puesto que no es reconocida oficialmente como la triunfante de los comicios de finales de julio ante las severas y diversas inconsistencias antes y durante de las votaciones, en las que, dicho sea de paso, se detuvieron a cientos de personas y al menos dos docenas fueron asesinadas en la jornada electoral.

Es difícil que Maduro simplemente dé un paso hacia atrás y celebre elecciones limpias, libres y monitoreadas por la comunidad internacional. Sin embargo, si no cambia la dirección de su gobierno, llegará un momento de completa crisis en el país que no podrá atender y ahí sí, no habrá otra opción, mas que solicitar apoyo al exterior, o bien, permitir que agentes domésticos democráticos colaboren para una transición pacífica hacia lo que se buscó en un primer momento: la democracia en Venezuela.

Artículo originalmente publicado en www.lalupa.mx

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