Carla Roel de Hoffmann
Doctora en Derecho, especialista en mediación familiar, y profesora en la Universidad Panamericana.
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El domingo 27 de octubre de 2024 murió el licenciado Juan Velásquez Evers. Abogado defensor invicto, jurista brillante, profesor y conferencista. Si escribiera aquí todos sus logros académicos y profesionales rompería la regla de las 600 palabras por comentario.
Si, Juan fue todo eso y más.
Gracias a mis papás, he conocido personas extraordinarias. El primer recuerdo que tengo de Juan es de él ayudándome a bajarme de la rama de un árbol de la que colgaba de cabeza, agarrada de las piernas. Habré tenido cinco o seis años. No sé si era sábado o domingo, pero recuerdo a mis papás, a Juan, a Vero, su esposa, platicando, botaneando. ¿Cómo me subí al árbol? Quien me conoce, sabe que es lo más contrario a mi carácter, pero ahí estaba yo, colgada de cabeza, y Juanito, que se me hacía que se parecía a Christopher Reeve, me ayudó a bajar.
De ese momento en adelante, son incontables los recuerdos en los que Juanito estuvo presente a lo largo de mi vida.
Como bien dice mi papá, aparte de histérica soy histórica. Gracias a eso, recuerdo horas y horas de sobremesa escuchándolo platicar con mi papá y con otros adultos. No había ocasión en que no hablara de su Verito, su hija adorada, antropóloga de profesión, de la que estaba muy orgulloso.
Ser su alumna de Derecho Procesal Penal fue un placer. Escuchar su voz modulada y su tono de voz pausado, explicando de manera sucinta y sencilla, los casos más controvertidos de su carrera, hasta ese momento.
Juan pidió ser parte de mi sínodo de titulación de la licenciatura, a pesar de que escribí sobre Derecho colectivo del trabajo. En esos tiempos, era representante jurídico de la Sra. Diana Laura Riojas de Colosio. Ella murió el día de mi examen. Estaba segura de que no llegaría. Tras ajustes de hora y de salón, llegó, me examinó y regresó a trabajar. ¡Mi examen profesional duró media hora, con todo y toma de protesta!
Juanito estuvo presente en los momentos importantes de mi vida, como el buen amigo que fue, acompañando a mi papá. Se quisieron como hermanos.
El mundo pierde un jurista brillante, México pierde a un abogado defensor congruente, empático y ejemplar. Los Roel perdemos a un amigo entrañable. A un miembro de la familia con otro apellido.
Descansa en paz.